Memoria premiada por la Real Academia de Ciencias y Políticas Ciencias en el año 1903 y editada en Madrid en 1905. Escrita por Rafael Altamira y Crevea, catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Literaria de Oviedo.
A continuación voy a transcribir algunos de los
apartados que he considerado más interesantes, principalmente los relacionados con «aspectos villenenses».
Califica a la provincia de Alicante como una de las
creaciones más artificiales de la administración.
Al ser país fronterizo de las conquistas castellana
y aragonesa sufrió varios cambios en su situación política.
Destaca tres regiones o zonas, que no participan de
igual modo del sentimiento de unificación que el decreto de 1833 supuso.
Una es el Norte: La Marina, tierras costaneras desde Denia a Villajoyosa y tierra
adentro hasta los límites con el antiguo condado de Cocentaina y el distrito de
Alcoy.
La otra zona es el Centro, en la dirección casi de
la línea férrea de Madrid, en que los elementos castellanos y valencianos
estuvieron en gran equilibrio y que forman la región más unida a la capital.
La tercera zona es la del Segura, que siempre tuvo
más conexión con Murcia.
En
las fiestas que acompañan al matrimonio, en Villena existe la tornaboda, que se
celebra el domingo siguiente, en casa de los padres del novio. En Villena
reviste una forma típica el
reconocimiento. Consiste en la visita que hace la familia del novio a la
novia (pocos días antes del matrimonio), llevándole una cantidad en dinero,
que, según la posición de los donantes, varía entre cinco y cien duros. De esta
suma dispone la novia como tiene por conveniente, pero a de devolverla si la
boda no llega a celebrarse.
En
Villena, la mujer es quien compra los muebles. Generalmente, la novia no lleva
más dote que la representada por estas compras y por su ajuar. Los padres
procurar igualar a los hijos de uno y otro sexo en lo que se les entrega al
contraer matrimonio.
Sobre la división de los bienes, se indica lo
siguiente:
La
costumbre, muy general en las poblaciones labradoras de todos los países
latinos, de dividir los bienes en vida del padre, y cuando este lleva a una
edad avanzada, en que necesita descanso, anticipando así el momento de la
herencia, ha sido, hasta hace poco, muy usada en toda la provincia, y aún se
conserva en no pocos sitios.
Se
presenta excepcionalmente en Villena, Sax, etc.
En Villena, las huertas se arriendan en forma
ordinaria, a tanto por tahúlla. Las plantaciones de viñas a medias se hacen por
ocho o diez años. También las hay en enfiteusis, reservándose el dueño de las
tierras, según la calidad de éstas, del 5 al 10 del producto.
En el tema dedicado a “Tierras comunes, usos y
servicios comunales” describe que hay
memoria de haber existido algunas comunidades de pastos y otros usos entre
pueblos colindantes. Se requería pago en Villena, Ibi, Monóvar, etc. La
remuneración unas veces era en dinero y otras en especie o trabajo. En Villena
se pagaba una corta cantidad de dinero.
Respecto al “trabajo industrial, industrias
domésticas y fabriles”, indica en el apartado de los alpargateros que en Aspe
trabajan a destajo, así como en Callosa de Ensarriá y Elche y no ofrece
particularidad digna de señalarse la de Villena.
En el apartado de “cooperación, cofradías,
sociedades, socorros” relata que en Villena existe una cooperativa de socorros
mutuos, El Porvenir, fundada en 1898.
Ofrece la singularidad de que su duración se considera indefinida, “debiendo
subsistir mientras atienda y socorra a sus enfermos, aunque se reduzca el
número de socios”, prohibiendo al efecto que se cursó a “solicitud o
proposición alguna de disolución, sea el que fuere el número de socios que la
presenten”. El artículo 12 del reglamento dispone que “todos los socios vienen
obligados a prestar la asistencia
personal que les fuese posible a los compañeros enfermos y demás servicios
que en beneficio de la Sociedad les encomendase la Junta directiva. Cuando
alguno falleciese, procurarán honrar su memoria acompañándole en su entierro;
disposición muy común, según es sabido en las cofradías y gremios medievales.
Es importante mencionar del apartado de cofradías,
que eran, principalmente, de carácter
urbano y en las que afectaban a obreros rurales, la miseria solía ser mayor.
Fuera de esto, los auxilios a labradores en años o
temporadas de escasez se reducen a los usuales y corrientes de la caridad
pública o privada. En Villena se solía establecer en los inviernos malos una
cocina económica, cuyas raciones de arroz con habichuelas se expedían a cinco
céntimos.
En el apartado IX que trata de las “costumbres
relativas al agua de riego”, indica Altamira que a mediados del siglo XIX hubo
el proyecto, cuyo estudio sería muy interesante, de derivar un canal del Júcar
para fecundar la provincia de Alicante y parte de la de Albacete. El proyecto
fracasó por la oposición de los valencianos[1]
y los alicantinos, particularmente los de la de la zona central han quedado
reducidos a sus escasísimos medios naturales, apenas aliviados por cierta
variación beneficiosa que ha creído notarse en el régimen lluvioso de algunos
años a la fecha.
A continuación figuran un detalle de localidades en
que el agua está total o parcialmente separada de la tierra y otro en el que el
agua es inseparable de la tierra.
Son muy interesantes las descripciones sobre
particiones, hilos, repartos, etc., todo ello centrado en las localidades de la
provincia de Alicante y curiosamente no cita a Villena.
El libro finaliza con el capítulo X que trata de las fundaciones de Belluga[2].
Castillo de la Atalaya, foto realizada por Velius desde una terraza de la calle Alta de San José. 2010
En la mañana del lunes, 10 de febrero de 2025, han sido inhumados sus restos y los de su esposa, en el cementerio de la localidad alicantina de El Campello. Al acto ha asistido Su Majestad Don Felipe VI.
Desde este blog hemos querido aportar nuestro reconocimiento a la figura de RAFAEL ALTAMIRA CREVEA (1866-1951) y adjuntamos la portada del libro que le dedicó el cronista de la provincia de Alicante don Vicente Ramos Pérez, así como la biografía que escribió. Dicho libro fue editado en el año 1968 por Ediciones Alfaguara S.A.
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