Artículo publicado en el libro del 50 aniversario que editó en Instituto de Enseñanza Secundaria "Hermanos Amorós" de Villena, escrito por Joaquín Sánchez Huesca.
Relata los orígenes de dicho instituto, así como una serie de recuerdos del primer curso, 1967-68,
Se eligió como alcalde
al socialista José Cañizares Domene, persona, que entre otras cualidades
destacaba por el interés en la enseñanza, de ahí que en el mes de septiembre de
ese mismo año, convocara en la Casa Consistorial una reunión destinada a
analizar la posible construcción de un instituto de enseñanza media en Villena.
El nuevo alcalde
republicano, por medio de un besamanos, convocó a las seis de la tarde del día
19 de abril de 1931 a todas las fuerzas vivas de la población, para dar cuenta
de las facilidades que el Director General de Enseñanza concedía a los pueblos
que aspirasen a disponer de un establecimiento docente como el indicado.
El salón para acoger la
convocatoria para tratar sobre una cuestión educativa tan importante para la
ciudad, fijada para el 19 de septiembre del citado año,
se llenó prontamente, demostrando el interés que Villena siente por la
cultura. Después de la intervención de bastantes asistentes se acordó, a
propuesta el director del colegio de segunda enseñanza de la ciudad del alcalde
formar una comisión integrada por, don José Rocher, don Ángel Llácer, don Juan Iniesta
y el director del colegio de segunda enseñanza de la ciudad, con la
representación del Ayuntamiento para que acordasen el asunto de los locales y
si convenía más solicitar el Instituto, una escuela de Artes y Oficios o un
Instituto Escuela, dando cuenta las veces que crean necesaria a las fuerzas
vivas, que demostraron su aceptación a tan plausible idea.[2]
Acto de inauguración del centro y curso 67-68. |
Treinta y seis años
tuvieron que pasar para que esta idea se convirtiera, primero en proyecto y
luego en realidad con la inauguración del Instituto Nacional de Enseñanza Media
“Hermanos Amorós”, la tarde del sábado 7 de octubre de 1967.
Los días previos al
acto de inauguración se realizaron las matrículas, y los que ya habíamos
comenzando los estudios de Bachillerato en cursos anteriores, tuvimos que
solicitar el correspondiente traslado de expediente, del Instituto de Enseñanza
Media de Alcoy “Padre Eduardo Vitoria”, al nuevo Instituto de Villena.
Las fotografías, de aquella emotiva tarde, nos dan una idea de cómo iba la construcción, únicamente estaba acabado en su totalidad el primer bloque, de ahí que durante todo el curso ocupamos dicha “ala”, con una salvedad, los aseos públicos de chicos estaban en la segunda “ala”, que era la que daba a la vía del ferrocarril y que no entraría en funcionamiento hasta el curso 1968-69.
Comencé en el segundo
curso, que, al no dar para dos clases, nos concentraron a chicos y chicas en
una sola, situada en el centro de la primera planta. Las clases las teníamos
por la mañana, a partir de las 9 y por la tarde, a partir de las 4. El horario
de clases era de lunes a sábado y librábamos dos tardes: la del miércoles y la
del sábado.
Como profesores del 2º
curso: en Lengua, don Francisco
García; en Geografía, doña Isabel
López; en Matemáticas, don Rafael
Bonastre, en Dibujo, don Manuel Puig;
en Idioma Moderno, que en nuestro
caso era el francés, dado que fuimos el último curso del plan de Educación de
1957, don José Ginés; en Formación del
Espíritu Nacional y Educación Física, don Manuel del Rey y en Religión don Jaime Brotons, párroco de
la Paz. Las alumnas, en Hogar y Educación
Física, tuvieron a doña Elisa Valero.
Han transcurrido
cincuenta años de aquella bonita experiencia y en mi mente guardo un grato
recuerdo de mis años de estancia en aquel centro, que interrumpí cuando estaba
realizando el COU, en el Curso 1972-73, por haber aprobado las oposiciones de
la Caja de Ahorros del Sureste de España.
Gracias a varios
artículos que se publicaron en la prensa local acerca del nuevo Instituto, el
primero en la revista anual Villena de
1968 y otros en la publicación cultural e informativa de la comarca editada por
el M.I. Ayuntamiento de la ciudad durante los doce meses del año citado,
podemos rememorar hoy diversos aspectos de aquel inolvidable curso. Entre todos
quiero recordar el publicado en la revista de octubre, dedicado a su primer
director, don Francisco García Martínez, cuya portada, con el título “El
Instituto de Enseñanza Media y su director”, figura espléndidamente ilustrada
con una caricatura que le pintó el alumno Paco Martínez Catalán y una foto del
centro con una parte de la arboleda del antiguo jardín que poseía la casa del
Grec, en cuyos terrenos se edificó nuestro querido Instituto.
Para ir al Instituto los
alumnos de Villena teníamos varias opciones. La primera era comprar un vale con
25 viajes de autobús de línea, el cual nos dejaba en lo que ahora es la puerta
del cuartel de la Guardia Civil, y el resto de trayecto era a pie. En aquel
entonces, al autobús de línea se subía por la puerta trasera y enseguida te
encontrabas con el cobrador, sentado en un pequeño mostrador, atravesábamos el
pasillo y era costumbre saludar al chófer y a los dos compañeros procedentes
del Poblado de Absorción, conocido también como el Barrio de San Francisco. Sus
nombres eran José María y Carlos.
La segunda,
probablemente era la más sana y consistía en ir andando; para tal iniciativa,
tres eran los trayectos que más se utilizaban.
El primero discurría
por la calle Ancha, continuando por la Constancia y bajada por el espeso y
abundante cañar que había junto a la desembocadura de la rambla el Conejo
(final de la calle Pinoso). A continuación un tramo de unos cien metros,
rodeado por grandes bancales de panizo, nos llevaba al final de nuestro
destino.
El segundo, comenzaba en el Paseo de Chapí y de allí a tomar
la calle Cristóbal Amorós, conocida también como Zarralamala, en sus dos
tramos. Una vez habíamos cruzado la calle de la Virgen, tras pasar por la
bodega de Candileja y cruzar la calle de San Isidro, nos encontrábamos con un
impresionante descampao, que en la
actualidad es la calle del Gran Capitán. A la izquierda un yesar
de grandes dimensiones y a la derecha un solar despejado y espacioso donde se
instalaban los circos que venían a Villena. Por consiguiente, tanto a la
izquierda como a la derecha, no existía edificio alguno, salvo cochineras y
corrales. Al fondo y en dirección Norte, la fábrica de calzado de Juan Rubio y
a la derecha los dos edificios cuya calle central está dedicada al pintor local
Luis García Ferriz. Rodeábamos la citada fábrica y enseguida nos encontrábamos
con “el Tenis”, -finca propiedad de la familia Amorós-, de la que sólo quedaban
los muros de color blanco. A continuación, el gran descampao que nos llevaba
directamente a la puerta del Instituto. Coloquialmente lo llamábamos “el
caminico del Instituto”. A la derecha del camino todavía quedaban árboles
frutales, especialmente albaricoqueros, a los cuales solíamos acercarnos cuando
era época de recogida, lógicamente con las precauciones correspondientes,
puesto que eran propiedades privadas.
Y, por último, el tercero, que desde el paso a nivel de la carretera de Yecla nos conducía al Instituto, junto a los raíles del tren. Éste era totalmente en línea recta, camino que usábamos con bastante frecuencia, dado que aprovechábamos para recoger a un compañero que vivía en la casilla de la RENFE. Tras finalizar nuestro recorrido y dejar atrás el camino de la vía, una antigua verja con su puerta de hierro nos introducía al recinto educativo, dejando a mano derecha la casa del conserje, que también estaba en obras.
Conseguimos aprender
algunos de los nombres de los trenes que circulaban a las horas que andábamos
por allí, tanto en la ida como en la vuelta: el “Cartagenero”, el “Ter” y el “Pájaro Azul” -que eran los de más
velocidad- y el “Ferrobús”, que era el de cercanías.
En cuanto al jardín
destacar que, en los recreos, estaba destinado únicamente a las chicas.
Nosotros usábamos principalmente un espacio de la parte trasera, que era donde
mayormente jugábamos al fútbol. Don Manuel del Rey, profesor de Educación
Física solía acudir con frecuencia y algunas veces se incorporaba a los
improvisados equipos de fútbol que se organizaban. En aquel entonces, el citado
profesor ostentaba el cargo de Jefe local de la O.J.E., rama juvenil de Falange
Española, cuya sede social estaba en la Casa de la Cadena, situada en el número
1 de la entonces calle del Generalísimo, hoy Corredera. Don Manuel, que siempre
estuvo muy en contacto con sus alumnos, puso de moda un juego, parecido al béisbol,
que contaba con el aliciente de que podía haber muchos jugadores. Dicho juego
contó con una gran aceptación y aunque tenía un nombre concreto, no consigo
recordarlo. También quiero recordar los inicios en el juego del voleibol, de
igual modo, contaba con gran número de participantes y no puedo olvidar dos de
los aparatos del gimnasio, el potro y el plinto, con los que nunca me llevé
bien; no obstante, el profesor valoraba más la participación y el esfuerzo, de
ahí que siempre aprobara la asignatura de Educación Física con un cinco pelao.
1968. Foto realizada desde la carretera. |
No quiero dejarme en el
tintero la asignatura de Formación del Espíritu Nacional, que con los años pasó
a denominarse Formación Político Social. Me resulta muy curioso recordar ahora
sus libros de texto: Vela y Ancla, de
Eugenio de Bustos y Cartas a mi hijo
de Gaspar Gómez de la Serna. De su lectura algo sí se me quedó: el recuerdo del
disparo de una flecha por Guillermo Tell a la manzana que estaba situada en la
cabeza de su hijo.
Y no quiero finalizar
sin expresar un recuerdo muy emocionado para la parroquia de La Paz y
especialmente a su párroco don Jaime Brotons Sevila, que era nuestro profesor
de religión, aunque más bien a dicha asignatura se llamaba Historia Sagrada. La
citada parroquia se encontraba, provisionalmente, en un almacén de la calle
Virgen del Carmen, junto a la estación de servicio “La Morenica”, y allí,
detrás de los surtidores, se colocaron unos postes y sobre ellos una campana,
que avisaba de los servicios litúrgicos. El toque de la misma lo realizaban los
empleados de la citada gasolinera, que contaban con su correspondiente chuleta
de horarios de repique.
Las obras de la futura parroquia definitiva, situada entre las calles Quintín Esquembre y Tambor de Granaderos, ya habían comenzado y con cierta frecuencia, cuando teníamos horas de clase libres, nos íbamos con don Jaime a descargar ladrillos o a colaborar en los trabajos que nos indicara. Afortunadamente, jamás hubo accidente alguno. Justo donde se estaba construyendo la parroquia, aparecía la gran boca del túnel de la rambla el Conejo, hoy situada debajo de la calle Quintín Esquembre, y que muchas veces la recorríamos por su interior, hasta salir detrás de la calle Cañada, a las faldas de los montes de las Cruces.
Cada vez que visito dicha iglesia siento la profunda sensación de que allí hay algo que compartí con mis compañeros de curso en algunos casos, y en otros con compañeros del Instituto, puesto que también colaboraron alumnos de otras clases.
[2] Las Provincias, Valencia; 20-09-1931.
Foto de "familia", el día de la comida de antiguos profesores y alumnos. |
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