Viento Solano, título de la zarzuela que compuso a maestro nacido en Villena, Antonio Ferriz, y que fue estrenada en Villena en 1970.
Hemos considerado interesante transcribir íntegramente la intervención que, antes de la representación, realizó el entonces cronista de la ciudad de Villena, don José María Soler García, quien dividió su discurso en dos partes. En la primera realizó una viaje al pasado musical local y en la segunda centró su discurso en la figura del maestro Antonio Ferriz, destacando sus principales aspectos musicales, trayectoria, la obra presentada, etc.
De verdadero
acontecimiento puede calificarse el estreno de la zarzuela "Viento
Solano", en el teatro Chapí, la noche del 4 de julio de 1970, patrocinado
por el M. I. Ayuntamiento de Villena y al que contribuyó generosamente la Caja
de Ahorros del Sureste de España con la cesión del cuadro lírico de su
"Orfeón Alicante", que dirige e' autor de la obra.
Comenzó el
acto con un breve discurso de presentación a cargo del cronista villenense don
José Mª Soler García, que fue escuchado con verdadero interés y calurosamente
aplaudido al final de su discurso.
Nos hemos
reunido aquí esta noche para presenciar un hecho verdaderamente insólito en los
tiempos que corremos. Nada menos que el estreno de una zarzuela y en el teatro
que lleva el nombre de Ruperto Chapí.
El hecho no
es casual, pues para que se produzca es necesaria una conjunción de
circunstancias que en Villena se dan del modo más natural. Afición a la música
en primer lugar y, después, la presencia del hombre capaz de sentirla, de
dominarla y de saber expresarse en ella.
Que en
Villena hay afición a la música no puede ponerse en duda, aunque algunos hechos
parezcan desmentirlo. Esta afición, a veces, parece como adormecida, pero basta
soplar en la hoguera para que el rescoldo se reanime y las brasas se presenten
de nuevo brillantes y encendidas. Es lo que su-cederá algún día con el Grupo
Lírico Ruperto Chapí. Actualmente parece dormido, pero tened la completa
seguridad de que despertará y volverá a darnos muchas noches triunfales.
En cuanto a
los hombres capaces, todos recordáis que en Santa María fue bautizado Ambrosio
Cotes, uno de los más eminentes polifonistas de todos los tiempos, capaz de
codearse con los más famosos músicos del siglo XVI: Guerrero, Morales,
etcétera.
También en
Santa María fue bautizado Ruperto Chapí, de cuya significación en la música
española no es necesario que hablemos aquí.
Cotes y
Chapí son nombres refulgentes, que ofuscan un poco el brillo de otras estrellas
de menor magnitud.
Un caso
curioso: no hace mucho ha caído en nuestras manos una antología de la música
española editada en discos por una potente sociedad norteamericana. No figura
en ella ninguna composición de Coles porque no le han dado entrada a la
polifonía, pero de los veintiséis autores que integran la antología, dos son de
Villena, lo que traducido al lenguaje numérico, tan grato a muchos oídos
actuales, supone más de un siete por ciento. Estos músicos son Ruperto Chapí y
Quintín Esquembre.
La valía
musical de Quintín Esquembre quizá podamos apreciarla mejor los que tuvimos la
fortuna de conocerle. Su enorme timidez le impidió alcanzar las cimas a que
tenía pleno derecho, pero no le impidió conquistar el mundo con esa maravilla
de gracia, frescura y espontaneidad que se llama "La Entrada".
Hay también
nombres actuales: Luis Hernández; Alberto Pardo, de quienes esperamos mucho más
de lo que hasta ahora nos han dado.
Esta
atmósfera musical villenense contagia a quien la respira, Recordemos al médico
ilicitano don José Pons Samper, poeta y músico, autor, entre otras cosas, de la
partitura de "La Torre del Orejón" y de una bellísima
"Despedida" a la Virgen de las Virtudes.
Recordemos también
a doña Lola Vitoria, alcoyana de origen y que llegó a estrenar zarzuelas en los
teatros de Madrid. Recordemos a Pascual Marquina, que a Villena dedicó uno de
sus más hermosos pasodobles. Y a la vista de todos tenemos el caso del querido
maestro Carrascosa, quizá uno de los mejores compositores de marchas y
pasodobles que existen en la España actual, y que sin renegar, como bien nacido
de su pueblo natal, es ya tan villenense como cualquiera de nosotros.
Pues en este
ambiente musical nació hace treinta y ocho años Antonio Ferriz, bautizado, como
Cotes y Chapí, en la iglesia de Santa María. Habrá que analizar qué ingrediente
musical llevan en su composición las aguas del "Rabal".
Yo no sé si
es buena o mala; eso los críticos han de decirlo y en realidad poco importa
ahora. Lo que importa, y mucho, es que esta noche, en el teatro Chapí de
Villena, se estrena una obra lírica debida a un compositor villenense.
Yo sé la
emoción que en estos momentos siente Antonio Ferriz, y le digo en nombre de
todos vosotros que cuando se levante el telón habrá prendido en nosotros esa
misma emoción plena de cariño y simpatía.
Y ahora ya,
dispongámonos a escuchar el preludio de "Viento Solano" como si por
primera vez fuéramos a escuchar el preludio de "La Revoltosa".
El libreto
de la obra se debe a la pluma del joven escritor y poeta Ángel Muñoz Calvo, que
sigue la línea tradicional en este género de sainetes. Se trata de un sencillo
conflicto amoroso entre la aldeana y el joven inquieto que, huyendo de la
ciudad, recala en el pueblo paro sembrar en él inquietudes sociales y amorosas.
El final, como es lógico, termina en boda. Hay en el texto alternancia de prosa
y verso y escenas de verdadera gracia, como la de los tímidos aldeanos que a
duras penas se atreven a ofrecer sus ramos de flores a las jóvenes de su
predilección.
Las
posibilidades del libreto han sido bien aprovechadas por el maestro Ferriz para
componer una serie de números de siempre grata musicalidad y brillante orquestación.
De la abundante partitura destacaríamos una bella romanza de tiple en el primer
cuadro; la de barítono y coro femenino del segundo; el intermedio orquestal,
que hubo de bisarse; una rítmica y pegadiza canción popular, y el concertante
final, espectacular y sonoro.
Altamente
meritoria, en noche de estreno y de inevitable nerviosismo fue la
representación ofrecida por el cuadro lírico del Orfeón Alicante, del que hay
que destacar a la tiple Maruja Pérez Gil, al barítono Juan Piqueras, a la triple
cómica Marifé Carrascosa y al tenor cómico Jaime Portes. Algunos fallos
memorísticos en los recitados, comprensibles en noche de tanto compromiso, no
deslucieron la actuación de los personajes secundarios.
El público,
entregado desde el primer momento, ovacionó calurosamente a autores e
intérpretes, y el maestro Ferriz apenas pudo dar las gracias con voz quebrada
por la emoción.
Una noche
memorable, pues, la del 4 de julio de 1970, en los anales artísticos de la
ciudad.
Televisión
Española estuvo presente en el acontecimiento y brindó a los pocos días un
extenso reportaje del acto en su emisión del mediodía.
Artículo publicado en la revista anual
Villena 1970. S/p.
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