Don Francisco Tarruella, médico
El destino histórico-cultural de las naciones depende de la proyección y
desarrollo de sus pueblos. Pero son los hombres de las pequeñas y grandes
ciudades quienes, con su trabajo y sus ilusiones, lo van configurando. Acaso
esto justifique mi íntimo afán de mostrar la obra científico-artística de
aquellos villenenses que, callada y profundamente, han laborado en pro de la
cultura de su ciudad.
Intentaré
describir, atendiendo la invitación del Teniente Alcalde de Cultura, ciertos
aspectos de la obra de un ilustre galeno villenense a quien el Ayuntamiento
Pleno, reunido el día 6 de Junio de 1967, dispuso, por unanimidad, conceder su
nombre a una de nuestras calles.
Don
Francisco J. Tarruella Rico nació en Villena en el año 1887. Dedicó su vida a
mitigar el dolor de sus semejantes y lo hizo precisamente en su tierra natal.
Hubiera podido destacar como médico ejerciendo su profesión en alguna capital
de provincia, ya que ganó unas oposiciones a médico de la Marina Civil. Sin
embargo, prefirió ofrecer su existencia, su labor profesional y su obra de
investigación a la ciudad que le vio nacer. Porque, como él confiesa en la obra
objeto de estas líneas, fue «un amante de su pueblo, enamorado férvidamente de
su patria chica». Tanto en la paz como en la guerra logró transformar las
muecas de dolor y las apagadas miradas de sus paisanos, en abiertas sonrisas de
agradecimiento y miradas alegres al volverles a encontrar por alguna de las
calles de Villena.
El Instituto
Médico Valenciano, apoyando una idea del Doctor Roel, estableció un concurso de
Topografías Médicas con el fin de constituir un precioso material para el
estudio de la fisiología urbana y el desarrollo de una verdadera higiene. Con
este objeto el Dr. Tarruella escribió una de las obras más completas que posee
actualmente la bibliografía villenense: «TOPOGRAFIA
MEDICA DE VILLENA», con la que obtuvo el Primer Premio en el Concurso Roel
de 1935.
La obra
consta de 451 folios mecanografiados a dos espacios y por una sola cara,
distribuidos en tres tomos. Cada uno de los temas es ilustrado con dibujos de
don fosé Cortés Camarasa, nuestro inolvidable Pepe Cortés. El gran pintor
villenense ha destacado motivos de nuestro pueblo: las torres de Santiago y
Santa María, el Castillo de la Atalaya, diversos temas urbanos, etc. El texto
está también enriquecido por setenta y ocho fotografías alusivas a los
diferentes temas tratados. Los tres tomos están cuidadosamente encuadernados en
piel. Pero más que la descripción externa de los libros nos interesa su
contenido.
Se trata de
un trabajo que me atrevo a calificar de extraordinario, en cuanto a su perfecta
distribución sistemática y al tratamiento exhaustivo de los temas. Atiende, en
primer lugar, a la descripción del medio geográfico; continúa con un estudio
antropológico cultural del hombre villenense, y termina sentando las relaciones
existentes entre el villenense y el medio que le rodea. Me limitaré, pues, a
exponer, con la brevedad que exige nuestra Revista VILLENA, el contenido de los
tres tomos antedichos.
El medio geográfico
Describe
minuciosamente la geología de nuestra comarca: los asomos eruptivos de
estructura porfídica, con ofitas y magnetitas, en los Cabezos, Terlinques y
Peña Rubia; el Triásico con sus arcillas rojizas, yesos y jacintos de
Compostela; las terebrátulas y belemnites del Cretáceo, abundantes en las
sierras de El Morrón, San Cristóbal y Salinas, Carboneras, Castellar y Enmedio;
el Mioceno, dispuesto horizontalmente en los llanos de El Pinoso, que se
levanta verticalmente en sus bordes, apoyándose en la vertiente sur de la
Sierra Salinas.
Continúa con
un estudio minucioso de los yacimientos y alumbramientos de aguas, de la
tectónica hidrológica de los valles que confluyen en Villena, de la
Meteorología, Climatología, Flora y Fauna. Alude al documento acaso más antiguo
acerca de las aguas de Villena: «Ordenanzas de las aguas de la ciudad de
Villena», promulgado en 1725.
Se refiere
también al folklore de Villena, hablándonos de sus canciones, música, vestidos
típicos de villenero, leyendas y fiestas. Recuerda, por ejemplo la tradicional
leyenda de la aparición de la Virgen de las Virtudes, y hechos con sabor
histórico como el referido al Marqués de Villena, quien en el año 1475
sustituyó a los villenenses en los cargos de gobierno de la Ciudad por
judaizantes y moriscos, o el del labrador villenense García Calomardo que, al
mando de doscientos guerrilleros, combatió victoriosamente a los franceses en
la Guerra de la independencia.
Se refiere
igualmente a la historia de Villena, aludiendo con frecuencia a sus hombres
célebres. Entre los sabrosos datos que aporta no me resisto a transcribir dos
de ellos: «...nombrada la Junta de Gobierno se concedió la Presidencia al
respetable Conde de Floridablanca, ex ministro de Carlos 111 y a la sazón
residente en nuestra ciudad...»; y al mencionar los hombres célebres y sus
hechos, leemos: «Don Gaspar de Pedro, célebre marino, capitán de la galera «El
Sol», fue un intrépido joven que, en un combate naval sostenido contra tres
galeras de Barbarroja el 13 de septiembre de 1575, prefirió hundir su navío a
entregarse a los turcos». El Cronista de la Ciudad, don José M.» Soler, se ha
preguntado si no será este intrépido villenense, D. Gaspar de Pedro, el capitán
de la galera «El Sol» en la que viajaba y fue hecho prisionero el inmortal
Cervantes. ¿Acompañó tal vez en el cautiverio nuestro don Gaspar de Pedro al
«Manco de Lepanto» en sus tristezas y pesadumbres por tierras de Argel?
Don Francisco Tarruella efectúa, en suma, un verdadero estudio enciclopédico de cuanto se refiere a nuestra Ciudad. No lo detallaré por no cansar al benévolo lector. Baste decir que aporta un gran caudal de datos sobre Agricultura, Industria, Economía, Higiene y Sanidad. No queda nada, de la Villena de los años treinta, que no fuese analizado por este insigne villenense, dejando a las generaciones venideras un motivo permanente para el estudio y la investigación de la temática local.
Debemos
alegrarnos de que el nombre de Villena se eleve gracias a sus hombres más
preclaros, que vaya permanentemente unido a un Marqués de Villena, a un Ruperto
Chapí o a un Joaquín María López, pero no olvidemos que el quehacer de los
pueblos y su proyección hacia el futuro se va constituyendo paso a paso con las
personas que trabajan, estudian, viven y mueren entre nosotros. Y es bueno
sacar del olvido estas vidas ejemplares que han dado todo cuanto podían dar
—todo su ser— por Villena. Frente a estos paradigmas nos encontramos, por
desgracia, hombres que viven en Villena y que deben a Villena su situación o su
fortuna, pero que nunca se identifican, porque ni siquiera lo intentan, con la
esencia de nuestro Pueblo. Son aves de paso que no plantarán el árbol perenne.
La breve
descripción de estos libros es matemática y, por matemática, fría. Solamente se
siente calor y admiración cuando se les tiene entre las manos. ¡Es lástima que
sólo haya un ejemplar: el original!
Artículo titulado “Un médico villenense, don
Francisco J. Tarruella Rico”; por Faustino Alonso Gotor, médico. Revista anual Villena 1969.
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