IGLESIA ARCEDIANAL DE
SANTIAGO EN VILLENA
Manuel de Assas y Ereño (1813-1880) - 1878.
Seguidamente redactamos el contenido sobre la historia de Villena que figura en el libro arriba citado y que figura distribuido en los siguientes apartados:
§ Discordancia
de los autores sobre su antiguo nombre y dificultad de bosquejar su primitiva
historia.
§
Dominación
mahometana.
§
Conquista
por los cristianos, créese recobrada por los islamitas.
§
Reconquista
definitiva por los nuestros.
§
Sus
alternativas durante el resto de la Edad Media.
§
Origen
y fundación de su Marquesado y reversión de la Villa a la Corona.
§
Conmociones
de las Comunidades y Germanías y título de ciudad.
§
Guerra
de Sucesión, y se califica a Villena como Muy
Noble y Muy Leal.
§
Censo
de población en 1857.
Pocos acordes se encuentran los autores
que han pretendido averiguar el nombre
que en lo antiguo tuvo la población que hoy es ciudad de Villena: opinan un haberse denominado Bigerra, otros Hilunum, y
otros Túrbula, Vacasora, Arbacala ó Bilille.
Tamaña divergencia de opiniones
claramente manifiesta cuan aventurado sería por nuestra parte el intento de
bosquejar aquí su historia durante aquella época. ¿Sin atrevernos a dar la
preferencia a ninguna de las enunciadas denominaciones, cómo podríamos atribuir
a esta ciudad tales o cuales hechos que de aquellos pueblos narran los
historiadores antiguos?
Hasta
bien avanzada la Edad Media no comienza a disiparse la oscuridad que a nuestros
ojos oculta los acontecimientos de Villena.
Dícese que bajo el dominio de los
mahometanos se llamó Beliana y Belena.
En Beliana, que puede ser en efecto
Villena, fue profesor de retórica. Aunque se ignora en que tiempo, Mohammad ben
Ahmad ben Hassan, natural de Jaén.
Parece que el rey de Castilla Alfonso VI
corrió aquella tierra con su ejército desde Ortimama hasta Beliana; y que
Rodrigo Díaz de Vibar, denominado el Cid
Campeador, hizo otro tanto con el suyo desde Beliana a Felin.
Por los años de 1238, en tanto que el
rey de Aragón don Jaime el Conquistador se hallaba en Valencia haciendo el
repartimiento de las tierras a los que le habían ayudado en la reciente
conquista de aquella ciudad, algunos de sus caballeros vinieron sobre Villena,
pero a pesar de todos sus esfuerzos, no pudieron conseguir tomarla.
Sitióla dos años después, en julio de
1240, don Fernando, tío del rey don Jaime, acompañado del maestre de Calatrava
con los de su orden, y de otros varios caballeros: salieron los moros y
desbarataron a los cristianos; sabido lo cual por el Rey, en ocasión que entraba
en Cullera, envió a los sitiadores un poderoso refuerzo compuesto del
comendador de Alcañiz con otros comendadores de su orden, y muchos almogávares,
con cuya cooperación se tomó la plaza antes de que espirase el año.
Se cree que los mahometanos volvieron a
recobrarla después de que don Jaime casó sus hijas Violante y Constanza con
Alfonso el Sabio y con el hermano de este, don Manuel.
Tómala definitivamente el rey
Conquistador, en 1265, y desde entonces no volvió jamás al poder de los
islamitas. Parece que el mismo don Jaime la donó en cumplimiento de anteriores
pactos a su yerno don Alfonso el Sabio.
Después,
como don Alfonso se hubiese apoderado de las villas de Onteniente y Enguera,
pertenecientes al reino de Aragón, tomó don Jaime a Villena y Sax; pero, sin
pasar mucho tiempo, ambos príncipes se restituyeron mutuamente estas y otras
poblaciones que se habían usurpado.
Por un privilegio en que el monarca
castellano señaló los términos del obispado de Cartagena, otorgado en Sevilla
el 11 de diciembre de 1266, consta que entonces Villena pertenecía a la
diócesis cartaginense, a la cual aún sigue perteneciendo.
Durante los revueltos tiempos que
siguieron a la muerte de Sancho IV de Castilla, el rey de Aragón Jaime II se
apoderó, en 1296, de todo el reino de Murcia en que mandaba como adelantado el
joven infante don Juan Manuel, Hizo con este una especie de avenimiento en que
el aragonés se obligaba a darle rentas de aquel estado hasta que llegase el
infante a los 20 años, y a devolverle los pueblos que poseía en el
adelantamiento si entonces le reconocía como a rey y señor del reino murciano;
reconocimiento que cumplida aquella edad no quiso hacer don Juan Manuel. En
abril de 1304, los reyes don Fernando IV de Castilla y don Jaime de Aragón
nombraron jueces arbitradores o amigables componedores sobre sus discordias y
guerras a don Dionis rey de Portugal, al infante don Juan hijo de Alfonso el
Sabio y a Ximeno de Luna, obispo de Zaragoza; los cuales, por sentencia dada el
sábado 8 de agosto de dicho año, y aceptada por ambas partes, señalaron los
límites entre los reinos castellano y aragonés, disponiendo, entre otras cosas,
que Villena, en cuanto a la propiedad quedara del infante don Juan Manuel, pero
en cuanto a la jurisdicción fuese del rey don Jaime y de sus sucesores en el
trono.
Villena volvió a pertenecer al reino de Murcia; pero dice el licenciado Gaspar Escolano, que todavía en su tiempo, en el siglo XVII se insistía por los valencianos en pedir en Cortes que se restituyese Villena al reino de Valencia, y se protestaba solemnemente contra la no restitución.
Don Enrique de Trastamara, cuando
trataba de apoderarse, como después lo hizo, del trono castellano, ocupado a la
sazón por su hermano don Pedro el Cruel, habiendo reclutado gente en Francia y
llegado acaudillándola a la célebre ciudad de Burgos, concedió en ella, el año
de 1366, llamándose a sí el mismo rey, la villa de Villena con título de
Marquesado a don Alfonso de Aragón, hijo del infante aragonés don Pedro, y
nieto de don Jaime XX.
Don Juan II de Castilla casó en 1420 a
su primo don Enrique con su hermana la infanta doña Catalina, ofreciendo como
dote de esta señora el marquesado de Villena; pero habiéndose después
arrepentido mandó que no se les permitiese tomar posesión de aquel estado.
El mismo monarca dio en 1445 este
señorío y título a don Juan Pacheco, maestro de Santiago.
En el año de 1475 los cristianos viejos de Villena, ofendidos según decían, de que su marqués don Diego Pacheco favoreciese a muchos confesos en tan alto grado que por su protección gozaban de preeminencias y obtenían los oficios y empleos así municipales y de la administración de justicia, como de la casa de aquel magnate, ocupando la mitad o más de los cargos del ayuntamiento; hicieron una asonada puestos en armas, en la cual mataron a todos los confesos y judíos que pudieron haber a las manos, sin perdonar ni a las mujeres ni a los niños, salvándose tan solo los que consiguieron huir o refugiarse en el castillo de la Villa que por don Diego tenía un pariente suyo. No paró aquí el tumulto: los amotinados aclamaron por sus únicos señores a Fernando V e Isabel I, y cercar o, batieron y tomaron el castillo.
Dieron noticia del hecho a los Reyes Católicos, y estos aceptaron la
oferta de los cristianos viejos de Villena; hicieron que el pueblo y sus
vecinos volviesen a incorporarse en la
real corona de Castilla, confirmando sus privilegios, mercedes a libertades, y
dándoles otros nuevos; otorgaron a los alborotadores carta de perdón general,
dada en Segovia a 22 de agosto del mismo año, y mandaron que ninguna persona
del linaje de Pacheco, ni ningún judío ni confeso, ni sus descendientes,
pudiesen en adelante vivir de asiento, ni de morada ni de otro modo en Villena.
Durante las célebres conmociones de las Comunidades y Germanías, los habitantes de esta villa no solo desoyeron las instigaciones de los agitadores, sino que tomando muy activa parte por la corte, procuraron mantener a las poblaciones cercanas en la obediencia del monarca, ya impidiendo en ella los amotinamientos, ya defendiéndolas contra los revoltosos como a Albaida, ya sacándolas a viva fuerza del poder de los sublevados como a Játiva y a Alzira; acogiendo en el pueblo, y ampararon y defendieron a los fugitivos que de diversas partes acudían trayendo unos sus mujeres e hijos, y viniendo otros a refugiarse en él a consecuencia de alguna derrota como la que don Diego de Mendoza, virrey de Valencia, sufrió junto a los muros de Gandía; y, finalmente, pelearon con denuedo acaudillados por el virrey Mendoza en la batalla de campo de Belluz, y en la expugnación y toma de Valencia bajo el mando del marqués don Pedro Faxardo que después de la victoria de Orihuela había sacado de Villena mucha gente y todas las provisiones necesarias.
El emperador Carlos V, primero
de este nombre entre los reyes de España, tratando de premiar tales servicios
concedió la merced de que el título de villa
se cambiase por el de ciudad otorgando
al efecto un privilegio en Toledo a 6 de noviembre de 1525.
En la guerra de sucesión al trono de
España, que a principios del siglo XVIII agitó no solamente a nuestro país,
sino también a algunos de los extranjeros, Villena se decidió desde luego por
la parcialidad de Felipe V contra la del archiduque de Austria; que se hacía
denominar Carlos III; reparó sus murallas, su castillo y las cercas de sus
arrabales, alistó y organizó compañías de infantería y caballería, con las
cuales socorrió a Cartagena, cuando a éste puerto se acercaba en 1704 la armada
enemiga; a Onteniente, en cuanto esta villa le pidió auxilio; a Jijona,
haciendo huir precipitadamente a sus sitiadores y cogiendo muchos de ellos
prisioneros; a Alicante, contribuyendo a liberarla del asedio y tomando tres
cañones que llevaron al castillo de Villena; y finalmente a otras diferentes
villas del mismo reino de Valencia. Sus milicias ayudaron a la expugnación y
conquista de las villas de Onteniente, Mogente, Enguera, Anna, Montesa, Alcira
y otras muchas poblaciones, y concurrieron al sitio de Játiva, dando en todas
estas ocasiones relevantes muestras de valor, y siendo más de una vez las
primeras en el asalto.
Podo después de verificarse los últimos
acontecimientos que acabamos de referir y otros que no podemos detenernos a
mencionar, corriendo ya el año de 1706, salió del reino de Valencia el ejército
de Felipe V para ir al encuentro del enemigo que se introducía por Castilla la
Vieja, quedando Villena sin más fuerzas que su propio paisanaje y algunas
milicias. Y en tanto que los partidarios del austriaco volvían a ocupar los
pueblos que de su poder se habían arrancado, la ciudad, aunque sin recursos, al
verse rodeada de contrarios, aumentó sus fortificaciones tanto en los muros de
su recinto, como en los de su castillo y de sus arrabales.
El 11 de julio del año mencionado, el
ejército del archiduque compuesto de 2.000 infantes, 500 caballos, alguna
artillería y muchos paisanaje de Valencia, acampó junto a Villena, y la intimó
a que se sometiera a don Carlos de Austria como lo habían ejecutado Madrid y
las ciudades de Castilla la Vieja. Négose a ello la decidida población a pesar
de amenazársela con todos los rigores de la guerra; y haciendo salir varias
partidas y disparando los cañones de su castillo sostuvo un sitio de ocho días,
al fin de los cuales tuvieron que retirarse los sitiadores con pérdidas de más
de 1.000 hombres.
El 11 de septiembre, sus vecinos
reforzados con cien dragones, tomaron por asalto a Caudete, y llevaron
prisioneros al castillo de la ciudad a los gobernantes de la villa y otros de
los principales partidarios que allí tenía el Pretendiente. A este hecho
siguieron otros muchos en que los villenenses mostraron igualmente su valor
heroico, y su incontrastable fidelidad al monarca que habían aclamado.
Por los días 5 de octubre y los
sucesivos volvieron a ella las tropas de Felipe V; pero poco después marcharon
a la conquista de Orihuela y Cartagena, dejando para defensa de la ciudad solo
dos batallones de infantería y dos compañías de caballos, que en 8 de abril de
1707 fueron a incorporarse al ejército, reduciéndose así la guarnición hasta el
punto de no constar más que de cien arreglados,
a los cuales se agregó una compañía de paisanos de la población con sus
correspondientes oficiales.
El lunes santo, a 18 del mismo abril,
vinieron contra Villena las numerosas huestes de Carlos de Austria constando de
30.000 hombres de tropas regladas. Retiróse al castillo la pequeñísima
guarnición; huyeron los más de los vecinos dejando abandonadas sus casas y
haciendas; entró el enemigo en la población; saqueóla completamente; vejó a los
moradores que en ella habían permanecido; incendióla; taló su término; y por
último, sin poder tomar el castillo salió de allí el día 24 dejando abrasadas,
como la mayor parte de sus casas, las Consistoriales y del Pósito, reduciendo a
cenizas su archivo con el arca de tres llaves en que se custodiaba, a la casa
consistorial sin su reloj, y a todos los edificios sin balcones ni rejas, sin
puertas ni ventanas.
Felipe V, en premio de tamaños servicios
y en indemnización de tantas pérdidas, le concedió diferentes mercedes entre
las cuales se cuenta la de añadir a sus títulos de muy Noble y muy Leal ciudad el dictado de Fidelísima que la otorgó en el referido año de 1707, después de
conseguida una decisiva victoria en la batalla célebre de Almansa.
LIBRO CAPITULAR
DE ESTA MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE VILLENA
MEMORIAL
Año de 1706
8 de Febrero:
Acordó esta ciudad que los portillos de tapia, que se hicieron a continuación
de la muralla donde no los había, y se han caído algunas partes o la mayor por
causa de ser tierras sin mezcla de cal
ni pilastrones y no haberse bardado o cogido con yeso, cal y piedra, las que quedan en pie de las que
antes se hicieron, se reparen dándolas en lo posible la mejor disposición, y
por ello se tome la cal que hubiese en
ser, de particulares, y se gasten 14 cahizes que la ciudad tiene de yeso, y
se haga lo que más fuere necesario; para cuya dirección y disposición que se
logre con la mayor conveniencia, concurriendo los vecinos voluntariamente para
la obra, y en caso necesario dándole algún estipendio para comer, se nombres
comisarios a los señores…..
20 de Febrero:
Acordó esta Ciudad que, respecto de que las
puertas puestas en la pared de afuera de la Ciudad que va a Almansa, por ser ya
pequeñas, se han caído muchas veces topando en ellas las galeras, como hoy
están caídas, se pongan otras más capaces, las cuales se tomen prestadas de
cualquier parador de vecino; y de las que allí hay se ponga una puerta en la pared
que hay en la Losilla, salida hacia la villa de Biar; y para todo ello se
nombró por comisarios a los señores… y se les encargó, estando presentes, lo
ejecuten hoy por lo que importa la brevedad en que esté la ciudad murada y
cercada…
23 de Febrero:
En este ayuntamiento dicho señor Corregidor (el de Villena) dio cuenta de cómo
el señor Obispo de Cartagena ha pedido se cierre una puerta falsa que hay en el
castillo, que puede servir de grave inconveniente el no ejecutarlo. Y,
entendido por esta ciudad, acordó se cierre y macice dicha puerta, y para ello
nombró por comisario al señor don Diego de Selva y Mergelina para que ajuste
dicha obra con puntualidad, y dicho gasto se haga de los efectos más pronto que
hubiere. Acordó esta ciudad que el señor don Alonso Miño Domenech, su capitular
y alcalde de su Castillo, haga representación por escrito al Ilmo. Señor Obispo
de Cartagena de los reparos que necesita este Castillo, y su fortificación
interior e exterior para su defensa y permanencia; porque entendido su Ilma. De
todo y de no haber en esta Ciudad efectos algunos con que suplir estos gastos,
lo noticie y proponga a S.M. para que de la providencia que sea de su Real
agrado y servicio. Y en el interín ocurra a lo más preciso y se haga la obra
que conviniere.
10 de Marzo:
El señor Corregidor dijo que, respecto de las muchas y continuadas aguas que en muchos días han caído y han ocasionado el que se han arruinado y caído las tapas de tierra que estaban hechas a un lado de la muralla del Castillo para su fortaleza, y ser preciso repararlo con la mayor brevedad por lo que conviene para la defensa de esta Ciudad, en que tanto se interesa el Real servicio, lo participa Su Merced a la Ciudad para que se tome la resolución conveniente. Y, entendido todo ello por esta Ciudad, acordó el que se reparasen dichas tapias que se han caído, fabricándolas nuevamente de yeso y piedra para que permanezca, respecto que si se hacen de tierra ha de suceder la misma ruina en volviendo a llover; y para ello nombra por comisaría a los señores…
25 de Abril:
Nombró esta ciudad por comisarios que asistan por días a las obras que se están
haciendo en el Castillo y fortaleza de ella, con el señor don Alonso Miño
Domenech alcalde de él, por lo mucho que se necesita para que los maestros que
trabajan lo ejecuten con todo cuidado y vigilancia, a los señores…sus
capitulares, los cuales han de tener particular cuidado en dicho encargo por lo
que se necesita su asistencia.
21 de Junio:
Asimismo acordó la Ciudad que nuevamente se reconozcan los portillos y postigos
de toda la circunvalación del lugar y las obras que se reconoce que perjudican
a la defensa tenida y que pueden aprovechar de alojamientos a los enemigos, se
demuelan como son todas las tapias de huertos de la calle Nueva y calle del Hilo,
haciendo que se cierren todos los postigos de las casas a piedra y yeso, y se
atronere así las paredes de los postigos como los cuartos altos de las casas
que predomina la campaña; y que las puertas de portillos que estuvieran flacas
o bajas se demuelan y se levanten en proporción de defensa. Y asimismo que en
el Castillo se hagan algunas más troneras que las hechas, y se acabe de
perfeccionar la obra para su defensa. Y que se suban desde luego al Castillo
todas las prevenciones que están hechas.
19 de Septiembre:
Nombró esta ciudad por comisarios para que cuiden de que se fabrique yeso y se
traiga, para la continuación de las obras que se están haciendo así en el
Castillo como en muchas otras partes, los señores….Asimismo nombró esta Ciudad
por comisarios para que hagan se traiga y conduzca cal al Castillo para
continuar la obra que se está haciendo, a los señores…. Y por comisarios para
que se lleve piedra a dichas obras y fortificación que se está haciendo, a los
señores….
3 de Diciembre:
Dio cuenta el señor Corregidor a esta ciudad de cómo el Sr. Brigadier
comandante de las tropas de esta plaza, pide se profunde la estrada encubierta
que sube al Castillo, la cual se ha de hacer con vecinos, porque los sábados no
han de tener que intervenir en la obra. Y, por la Ciudad entendido, se acordó
se ejecute; y nombró para ello por su comisario al Sr. Don Juan Herrero su
capitular.
5 de Diciembre:
Manifiesta que había explicado su fidelidad “en fortificar el castillo, en lo
interior con murallas y en lo exterior con faginas, y en tapiar la ciudad y
arrabales, y fortines de cal y fagina para lo comunicación de los fuegos…”.
Año de 1707
23 de Mayo:
El Sr. Teniente corregidor propuso a esta ciudad en su ayuntamiento, que
respecto de haberse dado cuenta a S.M. (q.D.g.) de las rigurosas hostilidades
que ejecutó el ejército de los enemigos
cuando vinieron a esta ciudad por el mes de abril pasado de este presente año,
quemando las casas tan preciosas de su ayuntamiento y gran número de las de sus
vecinos, y talando y forrajeando todas las huertas y campos, y hecho otros
muchos daños como es notorio; le parece a Su Merced muy importante el que esta
Ciudad elija sus comisarios para que en su nombre pasen a la Corte a ponerse a
los Reales pies de S.M. y hacer representación de todo lo sucedido. Y,
entendida por este Ciudad la dicha propuesta, acordó de común consentimiento
que los Sres. Don Cristóbal de Mergelina y Mota, y don José de Cervera y
Gasque, ambos sus capitulares, a quién nombró por sus comisarios, pasen a la
referida diligencia y ponerse a los pies de S.M. y hagan representación de lo
que esta Ciudad ha padecido con el asedio de sus enemigos, y lo que ha
ejecutado en el Real servicio en continuación de su antigua lealtad y
fidelidad; y pida,, en nombre de esta Ciudad y sus vecinos, las gracias y
mercedes que de su Real clemencia esperan recibir y que les sean concedidas….
30 de Mayo:
El Sr. Teniente de corregidor dio razón en este ayuntamiento, y manifestó en él
a este Ciudad una carta que S.M. escribe a esta Ciudad, su fecha en Madrid a 15
de este presente mes y año, refrendado del Sr. D. Lorenzo de Vibanco Angulo, su
secretario, por lo cual se sirve participar la feliz victoria que Dios nuestro
Señor por intercesión de María Santísima su bendita Madre, se ha servido dar a
las armas de S.M. y de la de Francisca
en el campo de Almansa el día 25 de abril pasado de este presenta año, habiendo
quedado totalmente derrotado el ejército de los enemigos, perdiendo toda la
artillería y bagaje con muerte de 6.000 hombres y de 10.000 prisioneros y 800
oficiales de mayor cuenta…
27 de Septiembre:
Han producido en
la Real benignidad de S.M. la representación y súplica de esta ciudad, los
efectos de darse por bien servida y honrar a esta Ciudad con las gracias y mercedes
siguientes. La 1ª haberle añadido a los títulos de Muy Noble y Muy Leal, de que
siempre ha usado, el renombre de Fidelísima…
Memorial
Que la muy noble y Leal
Ciudad de Villena presentó al Rey Nuestro Señor (Q.D.G.) de los servicios que
le tiene hechos, desde el principio de su reinado: y extorsiones y daños que ha
producido por el ejército y tropas enemigas.
Señor:
La
ciudad de Villena, puesta a los Reales pies de V.M. dice: Que desde el
principio del reinado de V.M. ha procurado hacer vuestro Real servicio en
cuanto ha permitido su posibilidad, en medio de estar constituida en mucha
pobreza y corta vecindad, que no llegan a 700 sus vecinos, siendo la primer
insinuación que hizo de su amor y fidelidad por medio de sus diputados que
besaron la mano a V.M. luego que llegó a esta Corte.
Y
con la noticia de haber ocupado las armas enemigas el puerto de Santa María,
sirvió a V.M. con un mil ducados, de que la dio gracias la Reina Nuestra
Señora, en ausencia de V.M. en 1703: para la formación de milicias, se
alistaron en ella los primeros caballeros
de esta Ciudad, asó por hacer vuestro Real servicio, como por dar
ejemplo al país; de que se dio V.M. tan servido, que de vuestra Real orden, dio
gracias a dicha ciudad el arzobispo de Sevilla, siendo gobernador del Consejo,
por la referida demostración. Y con el motivo de acercarse la armada enemiga al
puerto de Cartagena, en el año 1704, siendo su gobernador don Carlos de San Gil
y la Justicia, dio orden para que acudiesen las milicias, que ejecutó
puntualmente dicha Ciudad, enviando hasta cien hombres, y en ellos su primer
nobleza, que fueron en dos ocasiones en el referido año, cumpliendo en todo con
su obligación, y muy a satisfacción de dicho gobernador.
Y
habiendo ocupado las armas enemigas en el puerto de Denia del reino de
Valencia, por el mes de agosto del año pasado de 1705, dio muchas providencias
dicha Ciudad con el deseo de su recuperación; y habiendo sobrevenido en
diciembre del mismo año, al ocupar dichas armas enemigas a la ciudad de
Valencia, y mayor parte de su reino, hallándose dicha Ciudad tan internada y
circunvalada de él que a media legua de su población entra ya el territorio de
Valencia, se aplicó con el mayor desvelo, así para su defensa y que no se
introdujesen en Castilla las armas enemigas, como en socorrer algunas villas locales de Valencia,
y reducir a otras al dominio de V.M., para cuyos fines formó 12 compañías de
infantería y otra de caballos, del número de 50 hombres cada una, con que
socorrió a la villa de Onteniente de dicho reino, a la primera insinuación que
hizo a dicha Ciudad pidiéndole socorro, aunque fue infructuoso por haber
resuelto dicha villa dar la obediencia a las armas enemigas, que hizo preciso,
aunque con grande riesgo, el retiro de la gente de dicha Ciudad, que ya estaba
introducida en dicha villa; y solicitó por cartas, despachos, comisarios y
personas de autoridad, con los demás lugares de dicho reino de Valencia sus
confinantes, se mantuviesen en la fidelidad debida a V.M., ofreciéndoles
socorrerles; y al mismo tiempo participó a la ciudad de Murcia y demás
ciudades, villas y lugares de su reino, la facilidad con que las de Valencia se
entregaban a los enemigos rebeldes de esta corona, para que prontamente
enviasen a dicha Ciudad sus milicias y gente voluntaria, lo que ejecutaron
puntualmente, por medio de las instancias que se hicieron, por el singular celo
del Obispo de Cartagena, a quién se debió juntar más de 6.000 hombres, para
reparar este daño; y antes de juntarse dichas milicias, tuvo dicha ciudad aviso
de las villas de la Hoya de Castalla y Jijona, de dicho reino, como don
Francisco de Ávila, con gran número de rebeldes, iba a invadirlas con
horrorosas amenazas, para obligarles a que faltasen a la fidelidad en que se
mantenían, pidiendo socorro con grande instancia, que envió prontamente dicha
ciudad de Villena, de 300 hombres con el coronel don Jerónimo Miño, que
llegaron a tan buen tiempo , que no solo lograron el librar a dicha villa de Jijona, a quien tenía sitiada dicho
Ávila con su gente, sí que hicieron muchos prisioneros, con muerte de otros, y
le obligaron a retirarse con precipitada fuga.
Y
habiéndose engrosado dicho Ávila con mayor número de gente, pasó con ella y
tres cañones a invadir a la Ciudad y puerto de Alicante, lo que con comisario
participó dicha ciudad de Villena a dicho Obispo de Cartagena, para que
prontamente saliese con la gente con que se hallaba, ofreciendo saldrían a
incorporarse los 300 hombres de Villena, que se hallaban en Jijona, a la villa
de Elche. Todo lo cual se ejecutó puntualmente y se logró librar del asedio a
Alicante, y reducir a muchos lugares de aquel reino a la obediencia de V.M. y
se apresaron 3 cañones que se condujeron al castillo de Villena, adonde fue
dicho Obispo con toda la gente, la que fue asistida de todo lo necesario para
la comodidad del referido número de 6.000 hombres, que pasaron a la conquista
de Onteniente, donde se entró espada en mano, singularizándose la gente de
Villena, que fue la primera en el avance.
Y
habiéndose mantenido ocho días en dicha villa, se restituyó a Villena dicho
Obispo con toda la referida gente, donde se mantuvo por haber venido el
Mariscal de Campo Conde de Mahoni, por comandante, quién salió de dicha Ciudad
por el mes de marzo de dicho año de 1706 con la gente que se volvió a juntar en
dicha Ciudad y 3009 hombres con sus oficiales, que salieron de sus vecinos, y
conquistó y redujo a la obediencia de V.M. las villas de Mogente, Anna,
Enguera, Montesa y otras muchas, e incorporado con el Conde de las Torres,
ocuparon también Alcira, en que se portó con gran valor la gente de Villena,
siendo la primera en el avance de los Arrabales, que ocuparon con gran brevedad
y osadía, aterrorizando a los enemigos.
Y
habiéndose retirado dicho Mariscal con su gente a dicha Ciudad; de allí a pocos
días pidió dicho conde de las Torres, al referido Obispo de Cartagena, que se
hallaba en dicha Ciudad de Villena, le enviase el mayor número de gente que se
pudiese juntar para el sitio de Játiva, que se ejecutó puntualmente,
concurriendo Villena con el mismo número de gente, y procediendo con la misma
resolución y valor, hasta que después de ocho días de sitio, se mandó retirar.
Y habiendo salido de dicho reino de Valencia el dicho Conde de las Torres, con todas las tropas que él tenía, para acudir a oponerse al ejército de los aliados, que se introducía por Castilla la Vieja, conforme las órdenes que tuvo de V.M., volvieron a ocupar los enemigos los lugares conquistados y reducidos en dicho reino; y con las noticias de que la ciudad de Murcia, a dicho Obispo se dieron, de hallarse la armada naval enemiga a vista de Cartagena, lo que fue preciso pasar a dicha plaza; y quedando solo Villena con la gente de su paisanaje y algunas milicias, y por todas partes circuida de enemigos y falta de medios, se dedicó con fervorosa aplicación a continuar las fortificaciones de su castillo, murallas, cerca de sus arrabales, en que consumió mucha parte del caudal de su Pósito, buscando a crédito otras cantidades, sin descaecer sus alientos, con las noticias de haber ocupado a Madrid las tropas enemigas, y a otras ciudades principales de estos reinos; si antes, portándose con mayor ardimiento en el empeño de su defensa y servicio de V.M. pues habiendo llegado el 11 de julio de dicho año de 1706 a acamparse a menos de medio cuarto de legua de dicha ciudad, el Brigadier don Ricardo Jorge y don Phelipe Valera, con 2.000 infantes y 500 caballos ingleses y gran número de paisanaje de Valencia, y alguna artillería, enviando carta del general conde de Peterbour, pidiendo la obediencia a dicha ciudad, con los ejemplares de haberla dado Madrid y las ciudades de Castilla la Vieja, y amenazando con los mayores rigores de la guerra, resolvió dicha ciudad defenderse hasta perder la última gota de sangre en servicio de V.M. manifestándoles esta resolución en las respuestas que se les dieron; y disparando la artillería del Castillo, y saliendo diferentes partidas a rechazar e invadir a dichos enemigos, se les obligó a retirarse; de donde pasaron a la villa de Elda de dicho reino; y hasta la ciudad de Orihuela y su territorio le dieron obediencia, y lograron también la conquista de Alicante, quedando por todas partes tan circuida Villena, de enemigos, que para comunicarse con Castilla no lo podía hacer sin grande escolta y riesgo.
Y
siendo los de la villa de Caudete de dicho reino, los que embarazan el comercio
y causaban mayor daños con la gente de su paisanaje y socorros que se les
introdujo de Valencia y Játiva, resolvió Villena el día 11 de septiembre de
dicho año, pasar con sus vecinos y hasta cien dragones del regimiento de dicho
conde de Mahoni, a conquistar dicha villa de Caudete, lo que se logró, aunque a
costa de 30 vecinos de Villena que en los avances que ejecutaron con
imponderable arrojo y valor, quedaron muertos y heridos, quedó reducida a la
obediencia de V.M. la dicha villa, y se llevaron presos al castillo de Villena,
a su Justicia, Jurados, y otros principales rebeldes. Y aunque dicho general
conde de Peterbour escribió otras dos cartas a dicha ciudad y también al conde
de Cardona, solicitando con industria, ofertas y horrorosas amenazas la
referida obediencia, se le respondió con la más notable resolución, de
mantenerse en la de V.M. hasta sacrificar todas las vidas de sus vecinos y sus
haberes; y hasta el 5 de octubre del referido
año pasado, que empezaron a llegar las tropas del ejército de ambas coronas, a
dicha ciudad, fueron innumerables los reencuentros que los vecinos de ella
tuvieron con las tropas enemigas, que desde Valencia y Játiva, pasaron a
Alicante, y guarnecían los lugares de dicho Reino cercanos a Villena, en que
aunque lograron grandes ventajas, en los muchos enemigos que mataron, hirieron
y prendieron, quedaron también muchos muertos y heridos de dicha ciudad, y
algunos acreditaron el ejemplo de mayor lealtad, en dejarse quemar y matar,
antes que confesar otro nombre distinto del de V.M.; quedó casi todo su término
destruido por haber talado y quemado casi todos los mieses, plantíos y
heredamientos, así como de el Pago de la Huerta de dicha ciudad, que contiene
como media legua en cuadro, en qué consiste su principal manutención, como el
resto de su término, y llevándose también los enemigos la mayor parte de los
ganados mayores y menores de los vecinos de dicha ciudad; donde en el dicho mes
de octubre, llegó el Mariscal Duque de Berbick con el resto del ejército, que
estuvo asistido de todo lo necesario con abundancia y puntualidad, de donde se
pasó a las conquistas de Orihuela y Cartagena, quedando en dicha ciudad dos
batallones de infantería y dos compañías de caballos de guarnición, que se
mantuvieron en ella hasta el 8 de abril de este presente año, en que también se
siguieron a dicha ciudad considerables gastos y daños.
Y
habiendo en el referido día salido de ella la dicha guarnición, para
incorporarse con el ejército, que se iba juntando para oponerse al enemigo que
ya tenía juntas sus tropas en Fuente de la Higuera, a tres leguas de distancia
de dicha ciudad, participó el desconsuelo y cuidado en que quedaba, al dicho
Mariscal general de ambas coronas, quién respondió en carta de dicho 8 de
abril, que el enemigo juntaba sus tropas, y que le era preciso el juntar las
suyas para oponérsele a sus designios; y que si en el interín se abocaba a
dicha ciudad el ejército enemigo, ejecutóse lo que ordenara el comandante del
Castillo, donde quedaron cien arreglados, y se agregó una compañía de paisanos
de dicha ciudad, con sus oficiales, que fue la que dijo necesitaba dicho comandante,
sin querer admitir más gente para la defensa de dicho Castillo; y que en caso
de llegar el ejército enemigo, solo consideraba capaz de defensa el castillo; y
así, que los vecinos y familias de dicha ciudad se retirasen o ejecutasen lo
que fuese más conveniente.
Y
habiéndose abocado todo el Ejército enemigo a dicha ciudad, que se componía de
hasta 30.000 hombres de caballería e infantería reglada, el lunes Santo, 18 de
abril de este presente año, abandonaron a dicha ciudad casi todos los vecinos,
y señaladamente su nobleza, dejando sus casas y haciendas sacrificadas al
arbitrio de los enemigos, por no verse precisados de la fuerza, a confesar otro
nombre que el de V.M. Mantúvose el referido ejército enemigo en dicha ciudad
hasta el día 24 de dicho mes de abril, que sin haber podido ocupar el Castillo,
se pasó a Caudete: Y en siete días, que dicho ejército se mantuvo en dicha
ciudad, la saqueó toda, así de los granos que había en su Pósito, y vecinos,
como alhajas y demás bienes que tenían, sin reservar lo retirado a las iglesias
y conventos, tratando con gran ignominia y rigor hasta a algunos sacerdotes
impedidos, o que por sus ministerios les fue preciso el quedarse para la
administración de Sacramentos y asistencia de enfermos; y volvieron a talar la Huerta
y demás Pagos del término de dicha ciudad; de suerte que, en este presente año,
falta cuasi enteramente la cosecha de frutos: Y asimismo echaron fuego a toda
la ciudad, de que quedaron quemados y abrasados la mayor parte de los
edificios, y reservándose los que no emprendió el fuego, por haberlo permitido
así la piedad divina, dejando sin rejas, balcones, puertas ni ventanas las
casas; y señaladamente las más principales; y siendo imposible el enumerar los
referidos daños, por su muchedumbre, solo con especialidad se noticia a V.M.
quedaron abrasadas y quemadas enteramente las Casas del Ayuntamiento y Pósito
de dicha ciudad que eran muy suntuosas y de artificio primoroso, que solo para
su reedificación, según la valuación se ha hecho, se necesita de 12.000
ducados. Asimismo se llevaron su reloj y campaña, maltratando aquel edificio,
como el de la Cárcel y Casa de Escuela, para cuyo reparo y reedificación se
necesitan 2.000 ducados, según todo lo valuado. También quemaron el arca de
tres llaves, Archivo donde la ciudad tenía la mayor parte de sus papeles.
Y
a todo lo referido se acrece la grande epidemia de enfermos que se ha padecido
y padece en dicha ciudad, donde han muerto más de 600 personas en este presente
año, y actualmente están dolientes la mayor parte de sus moradores, siendo
muchos los que cada día mueren, a causa de la grave necesidad que se padece; y
aunque no ha ayudado poco para sufragarla la ardiente caridad de dicho Obispo
de Cartagena, pues a este fin ha enviado muchas galeras cargadas de pan, y
cantidades de dinero, y hasta las mulas de su coche, para que se vendiesen;
siendo tan grande y general la pobreza y miseria en que han quedado los
vecinos, no hay providencia que alcance para la asistencia y socorro que
necesitan, particularmente los enfermos.
Y
siendo preciso recurrir a la piedad generosa de V.M. para remedio y alivio de
todos los daños, no excusa el hacer presente a V.M., que la dicha ciudad y sus vecinos en todos los
tiempos se han portado con la misma lealtad, fidelidad, valor y amor en
servicio de los Señores Reyes, gloriosos progenitores de V.M. por el piadoso y
favorable clima con que el cielo favorece su territorio: aunque en confirmación
de esta verdad pudiera decirse mucho de el tiempo de cada uno de dichos Señores
Reyes, desde el de la Conquista, por excusar prolijidad y ser muy notorio, solo
se dirán dos ejemplares que la califican. El uno, del tiempo en que empezó a
reinar el señor don Carlos I y V Emperador, en que en la ocasión que con el
nombre de Comunidades estuvieron tan inficionados y turbados los Reinos, no
solo Villena fue constante en su fidelidad y lealtad, sí que concurrió, a costa
de mucha sangre de sus vecinos, para conquistar las ciudades de Alicante,
Orihuela Xátiva y villa de Alcira, fortalezas principales del Reino de
Valencia, que se habían rebelado contra dicho señor Emperador, su Rey y Señor
Natural, por cuyos señalados servicios y otros que el privilegio refiere, se
sirvió al Señor Rey Emperador, y a la Señora Reina doña Juana su Madre, abuelos
de V.M., de erigir a Villena en ciudad, honrándola con las voces y títulos de
haber sido siempre y en todos tiempos Leal, como se justifica por el título y
privilegio librado por Sus Majestades en el año 1525.
Asimismo
en el tiempo que empezaron a reinar los Señores Reyes Católicos don Fernando y
doña Isabel, también abuelos de V.M., por el año de 1474, que tantas
turbaciones experimentaron en estos Reinos, no solo se mantuvo Villena en
constante y firme lealtad, si que siendo de Señorío, y hallándose apoderados de
su Casto y de gran parte de la ciudad los moriscos y otros infieles, ejecutaron
la Nobleza y vecinos de ella la más gloriosa acción, ganando el castillo y
demás fuertes que ocupaban los rebeldes y moriscos, y degollándolos a todos, lo
que fue tan del agrado de dichos Señores Reyes Católicos, que confirieron
muchas honras y privilegios a dicha ciudad y sus vecinos, como fueron, que en
tiempo alguno no pudiese ser enajenada de la Corona Real, y que tuviesen
mercado franco en los jueves de cada semana, y que sus vecinos no pagasen
diezmos, portazgos, almojarifazgos ni otro derecho alguno, de las mercancías y
géneros, que suyas propias fuesen, en cualquiera parte de estos reinos,
concedieron a dicha ciudad todos los bienes de los referidos moriscos y rebeldes,
y que en tiempo ninguno pudiese morar ni estar en ella descendiente de morisco,
ni de otra mala secta, con otras cosas que refiere dicho privilegio confirmado
por V.M. y en atención a todo lo referido,
Suplica a V.M.
favorezca y honre, a dicha ciudad y sus vecinos, con las gracias y mercedes que
sean de Vuestra Real Gratitud, para que no solo puedan mantenerse con lustre y
valor, si que se ponga en mayor aumento de conveniencias y gente, para que
mejor pueda continuar al Real Servicio de V.M. y como plaza y fortaleza
principal de las fronteras de Valencia, ocurrir a el remedio de los desórdenes
y excesos que pueden ocasionar los malcontentos de aquel Reino, con la fineza,
lealtad fidelidad y valor que tan voluntariamente han ejercitado en servicio de
V.M. y demás Señores Reyes: Y conforme a el orden de V.M. dado por medio de
vuestro Gobernador del Consejo, en que manda que proponga dicha ciudad los
medios de su alivio y remedio ofreciendo a la Real benignidad de V.M.
gratificarla, hace su proposición separada, esperando ser muy favorecida,
atendida y honrada de V.M.
(Son
las siete primeras hojas útiles, después del índice, de un libro en folio,
rotulado por fuera Ordenanzas comunes y
del Agua con otros papeles de esta Ciudad, que se conserva en la Casa Consistorial
de Villena. Este memorial es impreso: hay además, en el mismo libro, varios
papeles manuscritos y otro también impreso).
El
apartado dedicado a la historia de Villena
finaliza
con unos datos del censo de 1857.
Villena, como se ve en el Censo de la población de España, según recuento verificado en 21 de mayo de 1857 por la Comisión de Estadística del Reino, tenía entonces 9.585 habitantes sin contar los transeúntes establecidos en el pueblo; y es de creer que este número, así como el estado próspero de la ciudad se aumenten en poco tiempo, atendida la feliz circunstancia de ser una de las estaciones del camino de hierro de Madrid a Alicante, a 59 kilómetros de esta, que es su capital de provincia, y a 396 de nuestra heroica y coronada villa y corte.
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