ROGER DE FLOR
Se ha verificado en
el teatro Real el estreno de esta partitura, acudiendo a presenciarlo lo más
distinguido y competente de Madrid. No podemos hoy emitir un juicio completo de
una obra que suscita ya encontrados juicios, pero desde luego podemos afirmar que
revela, en cuanto al señor Chapí se refiere, grandes adelantos y aprovechados
estudios. La sinfonía, de corte wagneriano, está instrumentada con energía y
abunda en toques originales y de verdadero genio. El público le ha hecho
repetir todas las noches que se ha cantado la ópera, aplaudiéndola sin medida.
También han sido acogidos con entusiasmo el dúo de
tiple y bajo del acto primero, o sea la escena entre Miguel Paleologo y María,
y el final del mismo acto. Respecto del segundo acto, agrada en totalidad a los
partidarios de las nuevas tendencias musicales, mientras para otros ofrece
bellezas al lado de defectos propios de la escuela a que el maestro parece
afiliado. Del acto tercero citaremos la romanza de tenor, que ha sido muy
aplaudida. Para nosotros es indudable que Chapí ha tomado por modelo a
Meyerbeer y a Wagner, procurando dar a su obra carácter propio, dentro de la
estética hoy a la moda en Alemania.
El libreto, producto de la pluma fecunda del señor
Capdepón, está pensado y escrito con meditación y gusto, y demuestra que en
España puede haber buenos libretistas. Los coros muy regulares, la orquestra,
dirigida por Chapí, perfectamente; y la
mise en scene ha demostrado el deseo del señor Robles de contribuir eficaz
y positivamente a la creación de la ópera nacional, facilitando la ejecución de
las obras de los maestros españoles. La decoración del acto primero, escena I,
que hemos reproducido, testifica de nuevo la habilidad del señor Bussato, así
como los trajes buen deseo, aunque no acierto, en el hábil sastre señor Paris,
cuyo nombre citamos con gusto, recordando que él ha dirigido la construcción de
los magníficos trajes que en las pasadas fiestas ostentaron los caballeros en
plaza, los pajes de la grandeza y también los ujieres y maceros de la Diputación
provincial.
Pronto publicaremos los retratos de los autores del
Roger, ópera que indudablemente es un
paso avanzado en el camino del teatro lírico nacional, entendiendo por este un
camino de óperas, producto exclusivo de ingenios españoles, sea el castellano o
el italiano la lengua en que estén escritos los libretos.
La Academia, tomo III,
p.95; 15-02-1878
Dos nuevas obras desde Roma: La Muerte de Garcilaso y Vent Creator
En la sesión pública que hoy ha celebrado la real
academia de Bellas Artes de San Fernando, se han ejecutado dos composiciones
notabilísimas de don Ruperto Chapí, una
instrumental y otra vocal. La primera es el preludio de la ópera española en un
acto intitulada La muerte de Garcilaso, letra
de don Antonio Arnao, y la segunda un Vent
Creator…a voces sola. Ambas obras pertenecen al segundo envio que como pensionado de número de la academia
española de Bellas Artes en Roma, remitió el laureado y joven compositor.
El autor de la música de Roger de Flor, de cuya ópera cada representación se oye con más
gusto y entusiasmo por los inteligentes y el público ilustrado e imparcial que
asiste al regio coliseo, ha demostrado una vez más que con las producciones que
hoy hemos oído y admirado en la academia de Bellas Artes, sus relevantes y
extraordinarias cualidades de compositor de genio y de vastos conocimientos en
el manejo de la instrumentación y de la armonía.
La Correspondencia de
España, 17-02-1878
Sobre la función de la Academia de Bellas Artes en Roma, creada por el
gobierno de la República en 1873
Se realiza un repaso de los trabajos de todos los
pensionados y nos centramos en nuestro paisano.
Finalmente, don Ruperto Chapí, joven y serio
maestro que, si no se equivoca la opinión general, es la esperanza de nuestro
arte lírico dramático, como acaba de demostrarlo.
¿Correspondieron estos artistas al fin que los
creadores de la Academia se proponían?
Ahí están sus obras, los mejores justificantes.
El Pueblo Español, 22-02-1878
Teatro Real: Roger de Flor
El estreno de una ópera es siempre un
acontecimiento; pero este es más importante cuando el spartito ha brotado de la pluma de un
compatriota. Y crece la importancia del acontecimiento, si, como ha sucedido
con Roger de Flor, un éxito, y éxito
brillantísimo, ha venido a premiar el talento del maestro compositor.
La noche del 11 de febrero de 1878 será memorable,
por haberse verificado aquel suceso, por la ovación continuada de que fue
objeto don Ruperto Chapí, joven autor de la música de Roger de Flor, y por el lujo inusitado, deslumbrador, que en trajes
y decoraciones ha desplegado el Sr. Robles, empresario del Teatro Real, para
poner en escena la ópera del maestro español.
La Gaceta
Musical de Madrid fue el primer periódico que publicó el argumento y los
lectores pueden verlo en el nº 5 de nuestra revista.
No nos proponemos hoy analizar detenidamente la
estructura de Roger de Flor y la
manera con que se ha revelado el señor Chapí en este nuevo alarde de su genio
artístico. Para ello necesitaríamos mucho más espacio del que tenemos, y
preferimos aplazar a nuestro número inmediato la grata tarea que en éste
comenzamos, detallando aquí solamente las impresiones que durante la primera
representación sentimos y el éxito brillante inmenso, que alcanzó tan notable
obra del joven español, pensionado en la Academia de Bellas Artes en Roma.
El método de nuestro trabajo exige que insertemos
a continuación los nombres de los artistas que han creado en el Teatro Real las
personas que figuran en Roger de Flor:
María,
princesa de Bulgaria, señora Borghi-Mamo; Irene,
dama de honor, señora Flores; Roger de
Flor, caudillo de los almogávares, señor Tamberlick; Basila, cortesano griego, señor Padilla; Miguel, emperador de Andrinópolis, señor Nannetti; Andrónico, emperador de Constantinopla,
señor Ugalde; Nicéforo, griego, señor
Santes.
Capitanes, Almogávares, Guardias aragonesas y
catalanas, Pueblo griego, Guerreros turcoples; Masajetas, Romeos, Heraldos,
Pajes y noble imperio griego.
La escogida concurrencia que llena todas las
noches el Teatro Real, se había dado cita en la del 11 del corriente mes, para
pronunciar su fallo respecto a Roger de
Flor.
Imponente era el aspecto que presentaban todas las
localidades del regio coliseo, más imponente para los que no olvidamos que el
público que las ocupa, es severo con exceso, frio por punto general y
descontentadizo casi siempre.
Tomó asiento el maestro Vázquez en el sitial
destinado al director de orquesta; dio la señal con la batuta, y reinó en el
Teatro, durante unos cortos momentos, silencio solemne, que interrumpió el
primer acorde de la sinfonía de Roger de
Flor.
Lo que esta sinfonía es, lo diremos otro día,
puesto que según antes hemos indicado, hoy nos limitamos a ser cronistas del
éxito de la ópera del maestro Chapí.
El público, en masa, pidió y obtuvo la repetición
de la sinfonía, admirablemente interpretada por la orquesta, como el resto de
la ópera, con lo cual han demostrado una vez más los profesores que la componen
y el Sr. Vázquez, que los dirigió, sus grandes condiciones artísticas.
También se repitió el final del acto primero.
A la orquesta y a los cantantes, cuyos nombres
hemos dado a conocer en otro lugar de este artículo, debe el señor Chapí una
parte del brillante éxito que ha alcanzado su ópera, cuyo mérito es indudable,
por más que no esté exenta de defectos.
Las muchas veces que fue llamado a la escena, ya
solo, ya en unión de los artistas, fueron el justo galardón rendido a su
talento de compositor.
La ópera, lo decimos de nuevo, ha sido presentada
con mucho lujo; las decoraciones pintadas para ella por los señores Bussato,
Bonardi y Valls, son preciosas y dignas de verse; el señor Saper, a cuyo cargo
ha estado la dirección de la escena, ha dado una prueba más de su inteligencia,
lo mismo que el señor París, por los elegantes trajes que ha confeccionado.
Las representaciones sucesivas de Roger de Flor, a las que asistía siempre
una numerosa concurrencia, continúan proporcionando lisonjeros y legítimos
triunfos a su autor el señor Chapí, a los artistas que la canta, a la orquesta
y a su director el señor Vázquez.
Gaceta Musical de Madrid, 24-02-1878
La academia de Bellas Artes de San Fernando ha
propuesto para las pensiones de mérito de la academia de España en Roma: en
pintura a don Alejo Vera, en escultura a don Manuel Olma y en música a don
Ruperto Chapí. Para la de arquitectura no ha habido aspirantes.
Para las pensiones de número se están celebrando
actualmente las oposiciones correspondientes y en breve hará su propuesta el
jurado, que se compone de los señores Arrieta, Fernández, Inzenga, Zubiaurre,
Jimeno, Barbieri y otros que no recordamos.
El Magisterio Español, 30-03-1878
Función regia en el Teatro Real, con motivo de la boda de SS. MM.
Al dar cuenta de esta verdadera solemnidad no
vamos a estampar la extensa lista de nombres de las personas que asistieron ni
a emitir juicio sobre las obras artísticas que se interpretaron por primera
vez. Dado el carácter de convite de la función y las circunstancias de no haber
podido asistir todos los que lo deseaban, lo primero valdría tanto como poner
de manifiesto olvidos ajenos y desgracias propias, y dada la índole y la
importancia de la cantata del maestro Arrieta y de la ópera Roger de Flor, de don Ruperto Chapí, lo
segundo sería imposible, que no es dado generalmente emitir con acierto juicio
imparcial a la primera audición de las obras musicales, sobre todo si como las
que indicamos tienden a los desarrollos modernos del arte, apartándose de los procedimientos
antiguos y de las fórmulas sencillas y trilladas. Juzgaremos, pues, en tiempo
oportuno.
A las ocho y media ya estaban ocupadas casi todas
las localidades del teatro e invadidos el vestíbulo y corredores de una
concurrencia que representaba cuanto de notable encierra Madrid en ciencias,
letras, banca, política y milicia.
La hermosura ocupaba como siempre el lugar
preferente; y si no hacemos mención de ella hasta ahora, es porque cualquiera
que sea el sitio en que la coloquemos, siempre ocupará el primero.
La animación en todos los pisos del teatro era
extraordinaria; y caso raro por cierto, la conversación era una sola; la
etiqueta y sus exigencias. El público, a una, discutía sobre el acierto de
algunos diputados la elección del color de la corbata; y sobre todo si éste
debía ser el blanco o el negro, individuo hubo que puso a su contrincante de
oro y azul.
Jamás el número de espectadores había sido tan
grande como el de anoche en el regio coliseo. Para que nuestros lectores puedan
formarse cabal idea de aquel bastará decir que a las nueve menos cuarto los
guardarropas eran incapaces para contener los abrigos en ellos depositados, y
las contraseñas se habían agotado; así que no hubo otro remedio que alfombrar
con las capas, rusos y gabanes de los perezosos o rezagados, el foyer y parte
de los pasillos, para dar solución al problema, proporcionando a la vez a las
señoras que llegaron tarde al teatro, el placer de llegar a sus localidades
pisando sobre una doble alfombra, entre cuyos retazos puede ser que alguna
reconociera prendas queridas de las de su alma.
La real familia se presentó en el teatro y ocupó
el gran palco regio a las nueve y cuarto. Fue recibida con marcha real
ejecutada por la orquesta que dirigía el Sr. Vázquez.
Al aparecer SS. MM. Fueron saludados con un viva
que fue contestado por todos. Iguales aclamaciones resonaron en el teatro al
terminar la orquesta la marcha real, oyéndose entonces un viva a la princesa de
Asturias, que fue repetido por los espectadores.
Inmediatamente después el Sr. Vázquez cedió su
puesto al maestro Arrieta, autor de la cantata
escrita para solemnizar el matrimonio de S.M. el rey. Alzóse la cortina
y apareció una decoración a todo foro, que representaba un intercolumnio
griego, y en el fondo una inmensa ciudad. Ocupaban el escenario más de 200
alumnos de las clases de solfeo del Conservatorio, encargado de interpretar la
cantata de su insigne director, con los Sres. Gayarre y Ordinas que habían de
decir las estrofas escritas por el señor Cárdenas.
La última producción del señor Arrieta es bastante
extensa, y según las impresiones que pudimos recoger, agradó mucho.
Sabido es que la etiqueta prohíbe en esta
solemnidad hacer todo género de demostraciones en pro o en contra de las obras
sometidas al fallo del público; así que a pesar del excelente efecto que la
cantata produjo en los espectadores no se aplaudió. Sin embargo, tres o cuatro
de los elegidos, es decir de los del paraíso, iniciaron un aplauso que no tuvo eco. Esto bastó a los
dilettanti para caer en la cuenta y cerrar en sus manifestaciones.
Terminada la audición, dio comienzo el intermedio
que se prolongó bastante según costumbre en estas fiestas. El golpe de vista
que ofrecía el teatro en aquellos momentos es indescriptible, la animación era
extraordinaria y la alegría, general. Mientras duró el entreacto el público en
su mayor parte, y muchas señoras, permanecieron en pie dando frente al palco
regio, en demostración de respetuoso afecto a la familia real que guardaba el
siguiente orden de colocación.
A la derecha de SS. MM. La princesa de Asturias y
las infantas sus hermanas; a la izquierda S.M. el rey don Francisco, la duquesa
de Montpensier, la condesa de París y la infanta doña Cristina, hallándose
detrás el duque de Montpensier y el conde de París.
La mesa del Senado y la del Congreso ocupaban los
palcos principales de proscenio. El consejo de ministros su palco habitual de
diario, y los enviados extraordinarios de las cortes extranjeras para
presenciar el regio enlace, ocupaban el palco proscenio que ocupa generalmente
la familia real.
Las autoridades y militares de Madrid se hallaban
en los palcos de proscenio.
Diose fin al entreacto y empezó la representación
de los actos 1º y 2º de la ópera Roger de
Flor, de don Ruperto Chapí. En ambas ha demostrado el joven compositor los
adelantos que en el difícil arte que se consagra ha hecho durante los años que
ha permanecido fuera de España, dedicado a completar sus estudios, y en ambos
revela el señor Chapí su gran talento y la atención que le han merecido las
obras de los grandes maestros.
El Constitucional, diario liberal de Alicante; 13-04-1878
Fin de los festejos con motivo de la boda de SS. MM.
El día veintisiete
de enero terminaron los festejos anunciados en el programa oficial, con la
magnífica serenata que ligeramente hemos descrito; pero aun nos falta ocuparnos
de algunos detalles de gran interés, íntimamente relacionados con las regias
nupcias a saber de las gracias otorgadas por S.M. el rey con motivo de su
casamiento y de la manifestación de trabajo nacional o sea del regalo de boda
de Su Majestad la Reina.
He aquí las primeras:
REALES DECRETOS
“Queriendo
solemnizare el día de mi Regio enlace con mi augusta Prima la Infanta doña
María de las Mercedes y dar al Ejército
con tan fausto motivo una prueba de aprecio que me merecen los heroicos
esfuerzos que ha empleado para la consolidación de la paz, el valor, disciplina
y constancia con que han contribuido en la Península y está contribuyendo en
Ultramar al sostenimiento, defensa y gloria de la Monarquía, tomando en
consideración lo que me ha propuesto el Ministro de la Guerra, plantea una
serie de decretos relacionados con cargos en el ejército…”
Recuerdo de la Retreta
Al llegar la
retreta a Palacio, penetró por el Arco de la Armería en la forma consignada en
el programa en los sitios que les estaban designados, y previa la venia de S.M.
empezó la retreta, tocando las bandas de los regimientos de la Princesa,
Artillería a pie, y primero de Ingenieros, la pieza compuesta al efecto del
señor don Leopoldo Martí y dirigida por el Músico Mayor de la Princesa don
Joaquín Huget.
Terminada
esta magnífica sonata, que mereció los elogios de todos los inteligentes, se
tocó por todas las bandas con acompañamiento de coros el himno a su Majestad la
reina doña Mercedes, del señor Ruperto Chapí, dirigido por su autor y otro
himno a S.M. el rey.
Después de los honores se tocó el
gran pasodoble, compuesto y dirigido también por el señor Chapí, terminando la
serenata con la marcha Real por todas las bandas.
El Constitucional, diario liberal de Alicante; 24-04-1878
Concierto de la Sociedad Filarmónica la Lira
Dentro del
programa del concierto que la citada banda iba a dar la noche del uno de agosto
de 1878 en el precioso jardín de Isabel II, bajo la dirección de don Pablo
Gorjé, figura la interpretación de la Gran Marcha de don Ruperto Chapí, pieza
ejecutada con extraordinario éxito en Madrid y escrita especialmente para la
gran retreta militar en el enlace de SS. MM. Y a continuación el Himno marcial
coreado y varias piezas del señor Chapí.
El Constitucional, 01-08-1878
Carta de Ruperto Chapí a La Lira y nombramiento de presidente honorario
de dicho agrupación musical
La citada sociedad
filarmónica informó que había recibido una atenta y cariñosa carta desde París,
en donde en aquel momento residía el comprovinciano don Ruperto Chapí. En la
misma les felicitaba con gran entusiasmo por el pensamiento de crear en la
capital de su provincia, estas sociedades filarmónicas que también hablan en
pro de la cultura de los pueblos. Sentía que su ausencia le impedía tomar parte
en los conciertos que celebraban periódicamente en el paseo-jardín de Isabel
II. Al mismo tiempo ofrecía su cooperación a la sociedad y les remitió varias
piezas musicales, compuestas por él con motivo del regio enlace y cuyas
composiciones había solicitado la sociedad para darlas a conocer al público.
El señor Chapí, autor
de notables obras musicales que han llamado la atención del mundo filarmónico,
promete en su carta escribir varias piezas a ex profeso para la sociedad de
conciertos.
Los individuos de La
Lira acordaron conceder al señor Chapí el título de presidente honorario de la
sociedad, como recompensa a la distinción que les había dispensado el notable
compositor.
El Constitucional, 02-08-1878
Nuevo concierto de La Lira
La Lira, sociedad
de conciertos bajo la dirección de don Pablo Gorjé, ofrecía periódicamente una
serie de conciertos y en el que hacía 16 de la temporada y 6º de abono de la
segunda serie de esta sociedad y que se celebró la noche del 22 de agosto en la
plaza-jardín de Isabel II; entre el repertorio, figuraba la Serenata Militar, himno coreado dedicado
a S.M. el Rey, compuesto por don Ruperto Chapí.
El Graduador, Alicante; 22-08-1878
LA ESCUELA. NACIONAL
DE MÚSICA. EL DISCURSO DEL SR. ARRIETA
Se ha verificado, con la solemnidad de costumbre,
la apertura del año escolar de 1878-1979, pronunciando con este motivo el señor
Arrieta, director del Establecimiento, un sencillo discurso que, según la
costumbre establecida por él mismo, es una especie de crónica de los sucesos de
más bulto relacionados con la música.
Vamos a dar cuenta, muy sencillamente también, de
este discurso que fue oído con mucho gusto por los alumnos y por todas las
personas que asistieron al acto.
Empieza el
Sr. Arrieta dedicando un recuerdo a la Reina Mercedes y otro a la Reina
Cristina, fundadora del Conservatorio de música y declamación, hoy convertido en Escuela
Nacional de Música: y, naturalmente, se complace en derramar llores sobre la
tumba de la que fue esposa de Alfonso XII, y sobre la que, con la fundación del
Conservatorio, inició la época de desarrollo y esplendor del arte musical, en
que hace algún tiempo hemos entrado.
El Real decreto de creación del Conservatorio
tiene la fecha de 15 de Julio de 1830 y está refrendado por el ministro
Ballesteros.
Al aludir,
aunque incidentalmente, a las orquestas españolas, lamenta el Sr. Arrieta que
no hayan ido al gran certamen de París, y dice lo siguiente, que consignamos
sin comentarios:
"Yo he tenido la suerte de asistir a muchas audiciones verificadas
en aquel palenque musical, admirando y aplaudiendo no pocas veces el mérito y
la ejecución de las obras; pero me ha parecido que éstas no corresponden ó no
están á la altura de los inmensos recursos que la nación francesa proporciona a
sus maestros compositores, algunos de los cuales se salen del terreno propio de
la música escribiendo sinfonías gálicas...
idea que equivaldría á hacer en arquitectura un edificio a la Palestrina, ó en pintura un cuadro al óleo Rossiniano.
Nuestros excelentes profesores de orquesta, discípulos en su mayor
parte de esta Escuela, dirigidos por uno de los maestros de clara y enérgica
batuta que tenemos, hubiera obtenido--¿quién puede dudarlo?—abundante cosecha
de aplausos, como los supieron alcanzar los italianos conducidos á la noble
lucha por Faccio y Pedrotti.
Antes de la creación del Real Conservatorio de María Cristina, era
sumamente difícil, si no imposible, la formación de una orquesta completa,
cuando no entraran en ella elementos extranjeros, y esto mismo acontecía en las
principales capitales de provincia. Los pianistas eran raros, los compositores
rarísimos. Ahora, en cambio, hemos llegado a organizar en Madrid hasta dos
grandes orquestas de conciertos a la vez, compuestas exclusivamente de
españoles: en Barcelona, Cádiz, Málaga, Valencia y otros puntos, hay también
buenas orquestas y directores inteligentes e ilustrados: tenemos excelentes
pianistas, sin cuento, y una brillante pléyade de animosos y jóvenes maestros,
merecedores de estímulo y protección eficaz. De las clases de canto han salido
artistas distinguidos que han brillado y brillan aún en los teatros de primer
orden de Europa, y Las clases de declamación han proporcionado á la escena
española actores eminentes, honra del Establecimiento.”
Pasa el Sr. Arrieta á ocuparse de la sensible
muerte del eminente Eslava y lo hace con frases sentidas, elocuentes y
cariñosas, consagrando también un recuerdo al profesor de la Capilla Real don
Miguel Carreras, y al maestro que fue de la catedral de Manila don Apolinar Calahorra.
Entrando en la crónica de Ios sucesos musicales,
recuerda el señor Arrieta la cantata compuesta por él para la inauguración de
la Exposición de Bellas Artes, cuya letra escribió don Antonio Arnao; las
últimas obras de los compositores de provincias señores Espí, Jiménez Pedrell y
otros, dignos hermanos de los de Madrid; el éxito de la ópera Roger de Flor del maestro Ruperto Chapí,
representada en el teatro Real; el premio de la pensión en la Academia de
Bellas Artes de España en Roma que ha obtenido don Cleto Zabala; las obras
instrumentales españolas ejecutadas por la Socied.ad de conciertos; la
inauguración anual última de los trabajos de la Academia San Fernando; la
próxima terminación de las obras del gran salón-teatro del Conservatorio, y los
donativos que se han hecho en el año último a la Escuela Nacional de Música.
El señor Arrieta termina su discurso pidiendo á
los alumnos laboriosidad constante, y respeto y gratitud a sus dignos maestros
y superiores.
Este
solemne acto estuvo amenizado por un concierto vocal é instrumental en el que
tomaron parte varios alumnos y alumnas del Establecimiento.
Crónica de la música,
10-10-1878
Don Emilio Arrieta
El semanario La Academia en su ejemplar número 21 de 07-12-1878 indica lo
siguiente sobre don Emilio Arrieta:
“En la página 54 del tomo III de nuestra Academia publicamos un artículo
biográfico, escrito por la elegante pluma de E. Blasco, de aquel eminente
maestro español, a quien tanto debe el divino arte en nuestra patria. Al
ofrecer hoy a nuestros lectores la biografía escrita por él mismo, de su
predilecto discípulo señor Chapí, publicamos también su retrato, para que vayan
unidos en las páginas del periódico los nombres que ya unieron con gloriosos
lazos los merecidos lauros del talento y del arte.”
Don Ruperto Chapí
“El joven y distinguido compositor don
Ruperto Chapí nació en Villena. Muy pronto, al comenzar sus estudios musicales,
dio muestras de su aptitud extraordinaria para el arte a que esteba decidido a
consagrar su vida. Niño aún, ya pensó en organizar en su mismo pueblo los
elementos posibles para ejecutar piezas instrumentales. Hizo sus estudios
serios en la Escuela de Música y Declamación, obteniendo por unanimidad los
primeros premios en las asignaturas de Composición y Armonía. En los trabajos
que merecieron tan señalada distinción en los concursos de la primera de estas
importantes y difíciles asignaturas, se advirtieron claramente sus grandes
cualidades para el manejo de la orquesta y su elegancia y vigor en las ideas. A
los 20 años ganó por oposición la plaza de músico mayor de la banda del tercer
Regimiento de Artillería a pié. En el desempeño de este cargo demostró ser un
notable director con condiciones de carácter e inteligencia nada comunes. Su
batuta es clara, enérgica y de buen gusto en sus movimientos. Después de haber
servido dos años, obtuvo la plaza de pensionado de número, en pública
oposición, de la Academia de Bellas Artes en Roma.
Las naves de Cortés, especie de cantata,
letra de don Antonio Arnao, que sirvió para uno de los ejercicios, se ejecutó
en el Teatro Real, mereciendo aplausos generales, llamando la atención de las
personas inteligentes algunos rasgos notables de genio. El preludio y la introducción de esta
composición, hecha en tiempo limitado y en completa incomunicación, son
notables verdaderamente.
Al
siguiente año, se ejecutó La hija de
Jefté, ópera española, en un acto, perteneciente al segundo envio, que fue
muy aplaudida en el Teatro Real. Tres
años ha durado la pensión, y los trabajos de reglamente remitidos por el señor
Chapí han sido siempre calificados con las notas más honrosas, y premiados, por
lo tanto, con el aumento de la asignación como pensionado.
La
obra más importante de las suyas y que últimamente ha llamado la atención de
nuestro público y de los amantes del arte músico es Roger de Flor, cuyas representaciones en el regio coliseo se oyeron
con creciente entusiasmo. Esta ópera en
tres actos, compuesta en París, en poco más de dos meses, con objeto de que
formara parte del tercero y último envío del pensionado de número, tiene tal
importancia por las extraordinarias cualidades del compositor dramático y
conocedor profundo del manejo de la instrumentación que demuestra en ella el joven maestro, que
puede asegurarse marca una nueva era en la historia de la música española.
No
pensamos hacer un juicio crítico de tan importante producción, que honra tanto,
mal que les pese a los pobres de espíritu e inteligencia, a nuestro Chapí, que
brillará muy pronto entre los compositores más distinguidos del extranjero;
vamos solo a indicar sucintamente las piezas y rasgos que con especialidad han
llamado la atención de las personas competentes y del público sensato que acude
al teatro a oír para gozar con la música, y no a lucir su gomosa persona de
frac y corbata blanca, dándose tono de menospreciar la obra de un español que
ha cometido el crimen de trabajar y hacer honor a su patria.
La
sinfonía, o mejor dicho obertura, se compone de varios motivos principales de
la ópera: una frase delicada del dúo de bajo y triple del primer acto; trozos
del coro de catalanes y aragoneses del acto segundo y del final del mismo; el
allegro del dúo de tenor y triple del tercero, y el tema que domina en la
escena de la conjuración y que circula por toda la obra oportunamente,
constituyen los elementos habilísimamente combinados de esta primera pieza de
la época, que todas las noches se repitió entre calurosos aplausos. En el
primer acto, la plegaria de Roger y coro general, el dúo de bajo y triple, la
romanza de barítono y la marcha encierran bellezas notables, y el final, que es
la gran escena de los conjurados, puede competir con las mejores piezas del
repertorio moderno.
El
segundo acto merece nuestro más entusiasta elogio: la romanza, el dúo de
barítono y triple; el coro de aragoneses y catalanes, el tercero con coro y el
grito de guerra del final, todo es digno de un maestro de genio y de larga
experiencia.
En
el tercer acto admiramos dos piezas notables; una preciosa romanza de amor y un
dúo de tenor y triple: un trozo concertante en que dominan las voces solas, que
precede al final de la ópera, y un pasaje de instrumentación cuando se decide
Basila a matar a Roger, son también rasgos de gran valor.
Chapí
es un eminente compositor dramático: quien como él sabe servir las situaciones
del drama y pintar las pasiones y caracterizar los personajes, llega
indudablemente a ocupar un honroso puesto entre los pocos que en todo tiempo se
distinguen en tan difícil género de composición.
La
pasión de la esposa de Roger, lo mismo en las escenas tiernas que en las
enérgicas y levantadas, ha sabido expresarlo el joven compositor de un modo
admirable. Los almogávares que nos pintan los cronistas de la expedición de
aragoneses y catalanes a Oriente, y que, según nos dice García Gutiérrez en su Venganza Catalana, opinaban que:
En
la escuela militar
La
muralla es para entrar
La
puerta para salir;
han tenido en
Chapí un intérprete admirable. No cabe nada más propio ni más enérgico que el
primer coro del campamento y el final del acto segundo.
Dicen
que Chapí es exuberante en sus procedimientos y que huye demasiado de los
efectos comunes o vulgares: Roger de Flor
es la primera ópera en tres actos que ha compuesto. ¿Qué compositor, aun entre
los de más fama, ha presentado una primera obra de tales condiciones, que
contenga tantas bellezas como la de nuestro joven compatriota? No lo conocemos.
Chapí
tiene genio; sus ideas melódicas son siempre elegantes; es armonista profundo y
conoce y dispone la instrumentación magistralmente y siempre cual conviene a
las situaciones dramáticas.”
Emilio Arrieta
La Academia, Semanario Ilustrado Universal; 07-12-1878
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