qwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnm
|
La Virgen de las Virtudes estrenó andas y nuevo
trono
Villena
1752
Chimo Sánchez Huesca
|
La Virgen de las Virtudes
estrenó andas y nuevo trono en 1752
En el libro titulado “Historia de la Imagen de Ntra. Sra. de las Virtudes” escrito por don
José Zapater y Ugeda en el año 1884, nos da cuenta su autor de una importante noticia acontecida en el año
1752. El Cabildo Municipal acordó traer la Virgen de las Virtudes a Villena con
el fin de impetrar la salud pública, profundamente amenazada por la peste y
para rogar y pedir al cielo la sucesión del monarca Fernando VI.
Sigue indicando Zapater que, con dicho motivo, se
estrenaron unas andas y la Sagrada Imagen fue colocada en un sorprendente
trono. Dicho trono, por medio de un ingenioso mecanismo se va elevando mientras se canta la salve, de
manera que, colocadas las luces sobre el altar en aparente desorden, poco a
poco se van ordenando con perfecta simetría, hasta que la Virgen aparece en lo
más elevado del trono, donde queda expuesta a la veneración de los fieles.
A
continuación iremos relatando los acuerdos y actuaciones que se fueron
realizando para preparar la venida de la Virgen. Comenzamos en el mes de enero
con los nombramientos de comisarios para festividades, realizados por el corregidor,
don Gaspar Delgado Llanos y Moreda, y
que recayeron en Diego Guerao y Capos y en Diego de Selva y Rojas.
En la reunión del Cabildo Municipal del 27 de marzo, los
señores don Pedro Antonio Herrero, don Alonso Rodríguez, don Pedro Phelipe Herrero
y don Francisco Cervera; comisarios que fueron nombrados para recoger las
limosnas de los vecinos y para hacer fabricar las andas y candeleros para
nuestra Patrona, dieron cuenta de haber cumplido su encargo y lo recaudado,
tanto en dinero, como en alhajas, lo ponían de presente a la ciudad para solo sirvan al fin encomendado,
que es para las funciones de Ntra. Sra. de las Virtudes. El Ayuntamiento dio
las gracias a dichos señores, haciéndolas extensivas al Sr. corregidor por lo
mucho que se interesó en la solicitud de limosnas a los vecinos.
Se acordó también, realizar un cajón en donde se guarden
las andas y los ciento cincuenta candelabros.
Los párrocos que regían las dos parroquias de la ciudad
eran don Juan Fernández Vila, en Santiago; y don Joseph Martínez Pardo de la
Casta, en Santa María.
En la reunión del Cabildo de fecha 15 de mayo, su
capitular, don Francisco Cervera,
propuso a la ciudad que, estando los campos del término muy abundantes de
sembrado, de lo que se esperaba una colmada cosecha de granos, y existiendo un
cierto temor por los nublos que iban apareciendo y que podían causar que la
piedra destrozase el campo; pidió a la ciudad que se acordase traer a la Virgen
en rogativa, para pedirle que, por su intersección, se evitara la pérdida de la
cosecha, como también para que su Divina Majestad libere a los vecinos de
enfermedades, y para que conceda sucesión a los católicos monarcas, que tan
necesaria es para la tranquilidad del mundo cristiano, añadiendo que los gastos
del traslado se sufraguen con las limosnas que dieren los vecinos y no los
caudales públicos.
La ciudad dio las gracias a don Francisco Cervera e
informó que no teniendo el Ayuntamiento dinero para afrontar los gastos y que
los vecinos pasaban por una coyuntura muy estrecha, dijeron que sería preferible
que la procesión se hiciera el 7 de septiembre, conduciendo la Sagrada Imagen a
esta ciudad con la mayor ostentación y se le diera culto en Santiago los nueve
días como es de costumbre, nombrando comisarios para ello a don Pedro Antonio
Valero y a don Pedro Phelipe Herrero, que ya lo fueron en el año 1750, cuando
tan solemnemente se trajo. Se acordó avisar a los cabildos de ambas parroquias,
aprovechando de paso la ocasión para inaugurar las nuevas andas y candeleros.
Tras todos estos acuerdos surgieron otros temas de
importancia como eran: que el trono estuviese iluminado de día y de noche,
desde el día 7 de septiembre, día de llegada, hasta el sábado 16 de septiembre,
último día del novenario. También se organizaron los nueve sermones, así como
las misas cantas y las salves correspondientes.
Los vecinos también tenían que planificar otras
actividades, como eran la formación de soldadescas, construcción de castillos
de fuegos artificiales, preparar velas y
organizar los alumbrados correspondientes.
La emoción de los ciudadanos debió de ser impresionante y
prueba de ello nos la encontramos en las páginas del libro al que vamos a
referirnos a continuación, en el que el cura párroco de Santa María, don Joseph
Martínez Pardo de la Casta, nos ofrece una visión general de las Fiestas que
Villena celebró en honor de su Patrona, del 7 al 16 de septiembre, así como de
la gran oratoria ofrecida por parte de los nueve oradores que intervinieron.
Pasamos
a detallar el libro que lleva por
título: Sermón Panegyrico que en las plausibles Fiestas, que la muy
Noble y Leal Ciudad de Villena, celebró a la devotísima Imagen de María
Santísima de las Virtudes, colocando a esta Divina Señora en unas nuevas andas
y un prodigioso trono, impetrando la salud pública y la feliz sucesión de
nuestros Católicos Monarcas, el día 16 de septiembre de 1752
Predicó
el doctor don Joseph Martínez Pardo de la Casta, presidente que fue de Philosophia y Sagrada
Theología Escolástica, por la Escuela Thomista en el seminario del Señor San
Fulgencio de la ciudad de Murcia, y actualmente Beneficiado y cura propio de la
Parroquial de la Señora Santa María de la ciudad de Villena, siendo el nono y
último de tan solemnes cultos.
Sale
a la luz pública por el señor don Gaspar Delgado y Llanos, corregidor de la ciudad de Villena, a quien,
en reconocimiento de su afecto, lo dedica el orador.
Impreso
en Murcia
Dedicatoria
Al
corregidor de Villena don Gaspar Delgado Llanos Moreda y le agradece que:
“Haya estimulado a este pueblo para
labrar esas majestuosas andas y ese regio y suntuoso trono en que se ha visto
colocada con la mayor majestad María, Señora Nuestra, logrando nuevos
accidentales realces de hermosura…”.
Destaca
también su acertado gobierno de este pueblo e indica que:
“Siendo vuestro mayor tesón el
mayor aumento de su culto y el de su Santísima Madre, es la puntual asistencia
a las iglesias, siendo don Gaspar el primero en los sermones, procesiones,
comuniones generales y demás actos en que un juez debe resplandecer con su
ejemplo, sirviendo todo esto de un continuo estímulo a todo este pueblo, para
la más puntual asistencia”.
Realiza
también una descripción de la familia del corregidor y un recuerdo muy especial
a la fidelísima villa de Medina del Campo, lugar de sus antepasados familiares,
finalizando con las siguientes palabras:
“Así camina esta población al
amparo de V.S. de cuya innata honradez y generosidad, no dudo de la admisión
correspondiente a su heroica caridad”.
8 de diciembre de 1752
Doctor don Joseph Martínez Pardo de la Casta.
Aprobación del señor doctor don
Juan Fernández Vila, Beneficiado y cura
propio de la Parroquial del Señor Santiago de la ciudad de Villena.
Revisión
para la censura del Sermón Panegírico
que dio el doctor don Joseph Martínez Pardo de la Casta, Beneficiado y cura
propio de la Parroquial de Santa María de esta ciudad de Villena, dijo en el
día nono y último de las Fiestas, que esta expresada ciudad celebró a María
Santísima de las Virtudes.
Indica
que al finalizar su sermón, fue aprobado con grandes admiraciones por parte de
todos los asistentes y finalizó su dictamen solicitando que el señor gobernador
concediera licencia para imprimirlo.
Villena, y noviembre
15 de 1752
Doctor don Juan Fernández Vila
Licencia de Ordinario
por el doctor don Andrés de Rivera y Casauz, Chantre, Dignidad y canónigo de la
Santa Iglesia de Cartagena, gobernador provisor y vicario general en todo su
Obispado, Sede Episcopal Vacante.
Indica
en su aprobación que da licencia a cualquiera de los impresores de la ciudad de
Murcia, para que se pueda imprimir dicho Sermón Panegyrico, dado que no
contiene cosa alguna, que se oponga contra la fe y loables costumbres y por
tanto su contenido será de mucha utilidad y provecho.
Dada en Murcia, en doce días del mes de diciembre,
del año 1752
Doctor Rivera, por mandato del señor gobernador, provisor y
vicario general
Exordio,
que lleva por título JHS.
A
lo largo de veintiséis páginas, don Joseph Martínez Pardo escribe una exordio centrado en las Virtudes de María,
entremezclando aspectos geográficos,
religiosos e históricos.
Hemos
realizado una selección de dichos textos y vamos a centrarnos en los aspectos
que hemos considerado más curiosos y que transcribimos a continuación:
“Válgame
la Virgen de las Virtudes. Qué singulares y preciosos Tabernáculos de virtudes
admiran nuestros ojos este día: Que altares tan aseados de virtudes registro en
esta iglesia. En cada Altar de la Iglesia había una Imagen de las Virtudes…”
Continuó
haciendo patentes las virtudes de María, con el ilustre título de Virtudes,
siendo esta Señora, el Sol de la Iglesia Católica, citando su colocación en unas
regias andas y en su nuevo trono, recordando emocionado la salida de la Casa,
la tarde del día 7 de septiembre, para pasear las calles de Villena, destacando
la hermosura de su rostro, al contemplarla en hombros de sacerdotes por las
puertas de esta ciudad.
Recuerda
también el antiguo trono y comparándolo con el nuevo indica que el que se
estrena es más elevado, brillante y aureado; y tuvo unas palabras de elogio
para los ocho sabios oradores que le precedieron; quienes demostraron
corrientes cristalinas de un portentoso mar de erudiciones.
Destacó
la labor del Ayuntamiento, firmando tan justificado Cabildo para la publicación
de estas Fiestas.
Resaltó
también a los hijos de Villena cuando, hablando de María de las Virtudes,
fabrican su idioma con los afectos y lo expresan a raudales con sus ojos.
Señalo
varias citas:
“A
quien la Majestad Divina colocó en Villena, una de las ciudades de nuestra
España, a la parte Occidental.”
Respecto
a Murcia indicó:
“Publíquelo
todo este Reino; y principalmente su cabeza, mi amada patria murciana, en cuya
ciudad, el Ilustre Cabildo Eclesiástico es tributario de esta Señora,
anualmente con parte de sus diezmos, en deuda o satisfacción al beneficio de
tener en su poder una de las mangas de su vestido, con la cual se extinguió la
peste en dos ocasiones, que la ha padecido aquella Noble Ciudad, a cuya favor
agradecida, se obligó con voto perpetuo, para eternizar su memoria en los
siglos venideros”.
Realiza
también una pequeña crónica de cómo se realizó la aparición de la Sagrada
Imagen de la Virtudes, indicando lo siguiente:
“Su
gloriosa aparición se simboliza en aquella nubecilla a esa Divina Imagen de las Virtudes, en su
aparición o hallazgo, inmediato a esa laguna, o a esa fuente que llamáis del
Chopo”.
Continúa
el relato, ahora centrado en la Virgen de las Virtudes y en las nuevas andas y
trono; dedicando las siguientes palabras:
“Pasemos
de la aparición de la Señora, a su colocación en esas aureadas andas y en ese
argentado y elevado trono, transformando en otra a esta ciudad y a esta
iglesia, cuando de sus andas toma quieta y pacífica posesión. Al ver colocada a
esa divina Imagen en su trono, dice San Juan, que hizo tránsito la tierra.
Alude sin violencia este tránsito, al que miramos en Villena de esta Divina
Imagen de las Virtudes, haciendo tránsito de un templo a otro; de un trono
ceñido a otro más excelso; de unas antiguas andas a estas nuevas, lucidas y
vistosas”.
Dedica
también un apartado a destacar la figura del corregidor de Villena, don Gaspar
Delgado Llanos Moreda, de quien destaca el afecto que le ilustra y dice:
“Dando
tu silencio, no sé qué resplandor a estas glorias, que desde el retiro de su
modestia, nos ha hecho ver, en la erección maravillosa de esas regias andas y de
ese majestuoso trono, o que es nativo carácter de su grandeza, desempeñar
airoso sus empresas, o que en su afecto excede el desempeño de su grandeza,
cuando corren por su cuenta los lucimientos de esta Señora…”
Seguidamente
nos vamos a centrar en los elogios que dedica a Villena, como son:
“El
nombre de Villena está significado en buen romance, de fuerza llena; luego el
nombre de Villena hace una verdadera etimología con el renombre de fortaleza.
Pero
aún creo que no queda mi obligación
desempeñada, si no confirmo con las proezas de esta ciudad, ser V.S. el robusto
y fuerte athlante de que habla Benedicto. Y siendo cierto que pasión no quita
conocimiento, permítaseme vocear lo que sin desdoro, mas sí con emulación de
otros pueblos conozco, desde que mi fortuna me trasladó (no con poco consuelo
mío) a alistarme bajo la sombra de su castillo, centro de la honra, taller de
la ciencia, teatro de valor y fortaleza. Tú eres, ciudad ilustrísima, aquel
árbol, que sombreando las corrientes, has producido y produces óptimos frutos
de celo y fortaleza para la guerra, de virtudes y santidad para la Iglesia.
Méritos
tuyos son los realces y privilegios con que los reyes antiguos y modernos te
han ennoblecido; por tu fortaleza mereciste, que el rey don Fernando y doña Isabel,
en el año 1476, concediesen el privilegio de que esta ciudad no pudiese
enajenarse de tu Real Corona, que no pudiese ser vecino suyo el que tuviese
quarto de moro ó de judío; y que todo vecino se liberase de pagar pechos y
portazgos. La lealtad de V.S. estimuló a aquel guerrero rey don Phelipe Quinto,
para honrar a esta ciudad, con hacerla Plaza de Armas de sus tropas, y que
sirviese de antemural a los enemigos.
El
valeroso denuedo con que V.S. defendió su partido el año de seis, sin haberle
advertido, que sujeto alguno en esta población siguiese el partido contrario a
su Majestad, echando de ver sí, que algunos de sus moradores se dejaron quemar vivos,
por no apellidar a otro soberano, impelió al mismo rey para honrar a V.S. en
justificada recompensa con que se llamase el ejemplo de lealtad. El mismo don Phelipe (honra de nuestra
España).
Habiendo
visto el valor y fortaleza de V.S. y que solo con cincuenta hombres en ese castillo,
se defendió del enemigo por espacio de ocho días, padeciendo gustosa saqueo y
quema por no entregarse. Ilustró a V.S. el año séptimo de este siglo, con los
gloriosos timbres de muy Noble, muy Leal y Fidelísima, dando a entender al
mundo este animoso Monarca, que a esta fidelísima ciudad debió por entonces en
sus sienes esta Monárquica Española Corona. Ésta es Villena, por sus hazañas:
que por lo que hoy practica, la octava maravilla merecía; pues nunca más digna
de las más eminente gloria, que cuando consagra su castillo, su león, su espada,
fuente, peces, ala y pinos, para coronar con el escudo de sus armas el culto y
Fiestas de María, mi Señora, de las Virtudes. Esta Señora sea el premio, senado
ilustre, de la benignidad, vizarria y amor con que V.S. se empeña en
obsequiarla…”
Describimos también los
elogios que dedica a los feligreses, dada la gran concurrencia de los fieles a
ambas parroquias, en dos noches, a hacer las Vistas a la Virgen, a la vez que le ofrecen algunos dones, indicando lo siguiente:
“Nada
menos han mirado y admirado nuestros ojos en el místico Horeb de este Templo,
en todo este novenario; puesto todo este pueblo y sus contornos han concurrido
a porfía; cortejando en esas lucidas vistas, en dos competidos y devotos
bandos, con sus dadivas a María, dándole en parte las gracias de haberles comunicado en todas sus aflicciones regalos
de los cielos.
¡Oh
insignes moradores de Villena! ¡Oh verdaderos cuanto apasionados de María de
las Virtudes! Yo solo me he quedado para daros repetidas gracias por tan
magnánima heroica devoción, con que tan a toda costa os habéis esmerado en
celebrar las glorias de esta Señora.”
Elogios
también, para el escribano del Ayuntamiento de la ciudad, debido a que su
familia bordó una correa para Nuestra Señora, en terciopelo negro, con
sobrepuesto de oro y la regaló a la Virgen, luciéndola en esas Fiestas, así
como en la actualidad, la cual se le pone en las romerías de traída y llevada a
su santuario[1].
Finaliza
con un elogio a los oradores que le precedieron en los días anteriores y
finaliza con las siguientes palabras:
“Solo
diré lo que en estos ocho días hubiese podido aprender de estos sabios y
eruditos preceptores, ingeniosos oradores que me han precedido; como lo prometo
lo veréis: suplicando a V.S. disimule por María de las Virtudes la latitud de
mi exordio, que en el sermón prometo ser tan ligero como un Ave María.”
Tras este amplio
preámbulo, se inicia la crónica de su sermón, en el cual comienza resaltando la palabra
“VIRTUDES”, indicando que consta de ocho letras y continúa relatando que:
“Ocho
son y ocho han sido los sabios y eruditos maestros, que en estos ocho
antecedentes días, habéis oído panegirizar las glorias de esta Señora
(refiriéndose a Ntra. Sra. de las Virtudes): Estos mismos son los que me han
dado luz para elogiar a María: pues en cada una de las letras del título de
Virtudes, veréis a cada predicador dibujado; saliendo de cada letra una idea
distinta, contraída con la idea, que cada orador ha puesto en su respectivo
día. Así cumplo lo que en el exordio prometí; así aprendo de estos sabios e
ingeniosos maestros, y así también empiezo a discurrir.
La
primera letra de Virtudes es V, que quiere decir Vara de Moisés, la segunda es
I, que quiere decir Iris de la paz del cielo; la tercera es R, que quiere decir
Reparadora de nuestra España; la cuarta letra es T, que quiere decir Tesorera
de las gracias y dones celestiales; la quinta es U, que quiere decir Vencedora
de Dios, para socorrer al hombre por medio de sus virtudes; la sexta es D, que
quiere decir Divina Jardinera de esta ciudad; las séptima es E, que quiere
decir Espejo en donde se miran favorecidos los hijos de Villena; y la última es
S, que quiere decir salud eterna y temporal de sus devotos.
El
sermón consta de ocho puntos; no se admira V.S. que aunque será todo tan cierto
como el credo lo que diga, no tardaré ocho credos en decirlo, empiezo…”
El
contenido de dicho sermón queda plasmado en casi veintisiete páginas, centrada
en los puntos antes descritos. Si bien dejamos para el final una especial
mención al corregidor de la ciudad, don Gaspar Delgado, manifestando el doctor
Joseph Martínez su profundo agradecimiento por haber encargado, la primera
autoridad local, la realización de un lienzo con la Imagen de Las Virtudes,
pintura que calificó de muy primorosa.
Por
último, recordar que fueron nueve días de fiestas, y en cada uno de ellos
predicó uno de los más distinguidos oradores del momento. El día 8 de
septiembre fue el doctor don Juan Alfonso Mellinas, Beneficiado Magistral de la
Parroquial del Señor Santiago de Villena. El día 9 fue el P. fray Diego Lillo, lector
jubilado, prior que fue del convento de San Agustín de Murcia; el día 10 le
correspondió a M.R.P. fray Salvador Maura de los Dolores, predicador del convento
de los Franciscanos Descalzos de Villena. En el día 11 intervino el M.R.P. fray
Andrés Sánchez, predicador general del Sagrado Orden de N.P. San Francisco, en
su convento de Observantes de Hellín. El martes día 12 de septiembre, le
correspondió a M.R.P. fray Joaquín de la Ollería, lector dos veces de Filosofía
y Sagrada Teología, predicador en su convento
de Capuchinos de Caudete. El día 6º, concretamente el miércoles 13 de septiembre,
el orador fue el M.R.P. fray Julián de Valencia, predicador en su convento de
Capuchinos de Biar. Al día siguiente le correspondió dar el sermón al M.R.P. fray
Joseph Ibáñez Soriano, lector de Filosofía y sagrada Teología, Guardián actual en su convento de Franciscanos Descalzos de
Almansa. El día 8º, viernes 15 de septiembre,
fue para el M. R. P. fray Antonio Navarro, lector jubilado, Visitador General y
Ex provincial de la provincia de Valencia, del Sagrado Orden de San Francisco
de Paula.
Para
finalizar, el sábado día 19, el doctor don Joseph Martínez Pardo de la Casta,
presidente que fue de Filosofía y Sagrada Teología Escolástica, por la Escuela
Tomista en el seminario de San Fulgencio de la ciudad de Murcia y actualmente
Beneficiado y cura propio de la Parroquial de la Señora Santa María de la ciudad
de Villena, con su extraordinario panegírico que estuvo centrado en resaltar
las virtudes de la Virgen y en el resumen tan acertado que realizó de los ocho
oradores sagrados que le antecedieron en dichos días.
Chimo
Sánchez Huesca
Este artículo se publicó en la revista anual Día 4 que fuera del año 2017
[1]
No podemos precisar quién
fue, ya que dicho año había cinco escribanos: Sebastián Calderón López, Joseph
Pascual Benito y Vicente, José Antonio García de Mellinas y Vicente Gil de
Borrás .
No hay comentarios:
Publicar un comentario