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Paseando por Villena, recuerdos de nuestra estancia en Villena, mayo de 2016 y anuncio de las Fiestas del Medievo 2017

Con motivo de la celebración, en el barrio del Rabal de Villena, de las Fiestas del Medievo 2017, con el fin de difundir el conocimiento de nuestra ciudad, publicamos una redacción titulada Paseando por Villena y que narra la estancia en Villena de un grupo de Alicante un día del mes de mayo del pasado año.

Paseando por Villena


Villena disfruta de una situación geográfica privilegiada y desde  que en 1858 se inauguró la estación del ferrocarril, cuando se llega por este medio, se para en el mismo centro de la población. La ciudad brinda al viajero una preciosa vista. Tras andar unos metros, encontramos un gran paseo y al fondo, presidiéndolo de forma majestuosa, el Teatro Chapí, que da su nombre a tan grandioso parque. En el centro se encuentra el monumento dedicado al músico  villenense  Ruperto Chapí, y al contemplar esta gran obra del también villenense Antonio Navarro Santafé, nos sumergimos de lleno en la música de zarzuela y unos estribillos llegan a nuestra mente a través de acompasados destellos musicales, sintiendo que por unos instantes, nos trasladamos de época y escenario. Si además, coincidimos con la hora mágica del Ángelus, los sones de campanas de “Felipe y Mari Pepa” nos llevan al Madrid castizo, para revivir una de las obras más famosas del género lírico español, “La Revoltosa” de Chapí.
Las palmeras, en perfecto orden, rinden pleitesía a los recién llegados e invitan a realizar un paseo, que nos conduce envueltos de un idilio mágico a los inicios del corazón de Villena, la calle Luciano López Ferrer, que desemboca en las dos grandes arterias de la población, la avenida del diputado villenense Joaquín María López  y el final de la Corredera, calle emblemática y antaño torera, puesto que por allí  se corrían los toros en el mes de agosto, en los días comprendidos entre las festividades de la Virgen de las Nieves y la Asunción.
Subimos a la Puerta de Almansa y tras dejar a nuestra espalda la gran avenida de San Sebastián, ahora llamada de la Constitución, nos dirigimos, por la calle Ramón y Cajal a la plaza de Santiago, donde la belleza arquitectónica la observamos en grado superlativo: los escudos heráldicos de los Reyes Isabel y Fernando, nos indican que hemos llegado al  templo Arcedianal de Santiago. Entramos por su  puerta lateral y  quedamos atónitos ante sus impresionantes columnas helicoidales, similares a las del baldaquino de la basílica de San Pedro, quedamos también maravillados por los grabados de su pila bautismal, situada en el Altar Mayor, obra de varios alumnos del famoso artista italiano Miguel Ángel. A la salida procedemos a visitar el Palacio Municipal, antiguo hospital, también con esculturas y grabados de dichos discípulos. En dicho edificio confluye una armoniosa combinación del románico, con arcos góticos y portadas renacentistas, su fachada principal está mirando al oeste de la plaza, lugar destacado de la población, en el que se representan los grandes acontecimientos que vive la ciudad.
Pero hay otra visita, digna de contemplar e imposible de olvidar, se divisa tras dar la vuelta al ayuntamiento y mirar al monte. La torre del castillo de la Atalaya se asoma por encima de los tejados de forma majestuosa, invitando a acceder a ella, bien por la calle del Pozo o por la de Beatas Medina. Iniciamos el ascenso y hasta llegar a su explanada, atravesamos bellos  rincones,  a la vez que vamos subiendo escaleras suaves y que tienen un encanto muy peculiar, absorbido por un silencio sepulcral que nos transporta a otra época.
Si bien hemos subido con el cuello estirado, al llegar a  la explanada, este estiramiento se acentúa, queremos verlo todo y no perder ningún detalle de sus muros y almenas. Tras la contemplación, tenemos dos rutas, la primera, visitar el interior del castillo con su grandiosa torre del Homenaje, así como las sorpresas que nos deparan las escaleras de subida, como la mano de Fátima grabada en la pared o la sala donde habitaba doña Constanza. La segunda, por el patio de armas y pasillos interiores. Tras salir al exterior de la fortaleza, hacemos un nuevo recorrido y a través de unos caminos en círculo, nos vamos deleitando con la majestuosidad de sus almenas, a la vez que nos vamos encontrando con unas agradables vistas de callejuelas, protegidas del sol y casas blancas con tejas árabes, que en tiempos pasados estuvieron  habitadas por musulmanes y judíos; se trata del barrio del Rabal.
Llegamos a la placeta Colache y a continuación iniciamos la bajada  por la calle de la Rambla, sin coches ni  aceras, para desembocar en las casas de la Tercia y la iglesia de Santa María, antigua mezquita que tras su conversión en templo cristiano,  tomó la advocación de la Virgen de la Asunción. A poca distancia, observamos que una calle peatonal une dicha iglesia con la de Santiago y a pocos metros, la plaza Mayor, blanca y soleada nos invita a realizar un descanso que podremos regar con vino de la tierra y embutidos variados.
Tras la parada de carácter gastronómico, iniciamos la cuenta atrás de nuestro grato paseo por Villena. Tomamos el camino de regreso a la estación del ferrocarril, pero con itinerario distinto al de subida. Lo iniciamos en la confluencia de la plaza del Rollo con el inicio de la Corredera, pasamos por el  kiosco de la Paloma, conocido antaño por su chocolate con churros; llegamos hasta la fachada del villenense y justo al lado, bajamos por una calle que nos conduce a la plaza de las Malvas, para contemplar la exquisita belleza de la  fachada barroca del Palacio de las Mergelinas. Desde allí, marchamos, por la calle San Francisco, a la parte trasera del Teatro Chapí, para observar los típicos arcos mudéjares con el ladrillo cara vista, que le da al marrón un color muy vivo. Nos adentramos en el paseo de Chapí y tras encontrarnos de nuevo con el monumento dedicado a tan insigne músico, dejamos a nuestra espalda, la fachada del  teatro.
Con sosegado regocijo, tras haber disfrutado de una grata jornada en Villena, llegamos a la estación a esperar la llegada del  talgo procedente de Valencia, que nos lleva de regreso a la capital de la provincia. Cuando arranca, miramos a mano derecha y nos deleitamos con la vista de la frondosa y fértil huerta villenense, para ir adentrándonos, como decía Azorín: “en ese Alicante castizo de zonas montañosas” que nos conduce irremediablemente al mar Mediterráneo.
Alicante, mayo de 2016

Como complemento publicamos el cartel anunciador y el plano de situación de las FIESTAS DEL MEDIEVO DEL BARRIO DEL RABAL DE VILLENA 2017











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